¿Y si dejaras de enojarte con tu pareja cada dos por tres? Es más fácil de lo que parece. Tan solo tienes que seguir las pistas de Christine Lewicki, coach, y Florence Leroy, consejera matrimonial.
1. Esparzo notitas con instrucciones
¿Te has acostumbrado a repetir “ordena los calcetines” o “cariño, baja la tapa del lavabo” una y otra vez? Entonces sabrás que llega un momento en que pierdes la paciencia y te enfadas. Es comprensible, “tus nervios están soportando tanta energía negativa que es imposible obtener lo que deseas”, comenta Florence Leroy.
2. Utilizo una tabla de emociones
Una cosa está clara: a tu pareja también le apetece gozar de un ambiente de tranquilidad en casa. Entonces, ¿por qué es tan difícil? “Todos vivimos en primera persona ese baile de emociones, así como las dificultades y las alegrías que vivimos en casa”, explica Christine Lewicki. Reprimirlas puede convertirse en una olla exprés: existe el riesgo de que exploten en cualquier momento.
Para dejar de enojarse: “Nombrar la emoción que sentimos permite a los demás descifrar nuestro humor”, sugiere nuestra experta. Un buen método para comunicarnos en familia es diseñar una tabla de emociones. Existen varios ejemplos en que “emoticonos” expresan distintas emociones. Puedes encontrar estas tablas en Internet o diseñar la tuya propia. Lo importante es poder expresar lo que sientes en ese momento (humor de perros, triste como un búho al mediodía, alegre como unas castañuelas…) y compartirlo con el resto de la familia.
3. Me comunico siempre en positivo
Nuestros temas de conversación suelen basarse en reproches, críticas o información relacionada con la logística y los estudios… “En cierto modo es como si nos sintiéramos obligados a meter pleito constantemente para normalizar nuestro día a día”, bromea Florence Leroy. Y de ahí nacen muchas tensiones.
Para dejar de enojarse: “Dedica un tiempo a buscar aquello que te gusta de tu pareja”, propone la especialista. Sus aficiones, su música favorita, la economía… Y comparte lo que más te apasiona, lo que más te satisface: un viaje de ensueño, un amanecer de película…
4. Dejo de intentar solucionar sola (o) la situación
Casi siempre discutimos porque sentimos que somos los únicos que nos esforzamos en buscar una solución al problema. Y eso nos resulta agotador además de injusto.
Para dejar de enojarse: “La buena noticia es que puedes cambiar el punto de vista: ¿y si tu pareja también se encargara de buscar una solución?”, sugiere Christine Lewicki. De este modo, él ya no representa “el problema”. En otras palabras, consiste en confiar en tu pareja, en su capacidad de resolver un problema y enderezar la situación.
5. Me replanteo las tareas
En general, ciertas tareas ineludibles de la vida familiar se viven como un calvario, ya que se repiten una y otra vez. Suprimir estas tareas es imposible pero, en cambio, sí es posible cambiar el ambiente en el que se llevan a cabo.
Para dejar de enojarse: “Convertir esa tarea en un buen momento, ¡es muy fácil!”, asegura Christine Lewicki. Además, suele ser la única solución posible. Como ya bien dijo el escritor Maya Angelou: “Si algo no te gusta, ¡cámbialo! No puedes cambiarlo, entonces cambia tu actitud. ¡Pero no discutas!”. ¿Cómo conseguirlo? Utiliza tu creatividad para que te resulte más divertido. Pon algo de música, por ejemplo. Cuenta algún chiste mientras ordenas la casa o mientras pones la mesa… En la innovación está la clave.
6. Optimizo la rutina
Nuestro ritmo diario suele estar influenciado por los estudios, las comidas, el trabajo… Algunas de estas actividades generan más estrés que placer. Hacer una lista y ajustar alguna de estas actividades te ayudará a no estresarte tanto.
7. Me atrevo a reclamar reconocimiento
Uno de los motivos por el que peleamos es la falta de reconocimiento de nuestra familia por todo lo que hacemos. Nos partimos la espalda para asegurar el bienestar de todos y, en secreto, albergamos la esperanza de que alguien se percate de todo lo que hacemos y nos lo agradezca… ¡pero nada!
Para dejar de enojarse: “Atreverse a pedir ese reconocimiento es gratificante, porque es una forma de respeto mutuo”, insiste Florence Leroy. Realizamos proezas y anhelamos un simple “gracias”. ¡Pues pídelo!
8. Escojo mis batallas
Pretendemos hacerlo todo tan y tan bien que, a veces, ponemos el listón muy alto, y también a nuestra pareja. Tenemos una idea tan clara de cómo deben ser las cosas que en ocasiones nos volvemos intransigentes. Resultado: cuando algo no sale tal y como habíamos previsto, ¡se produce una hecatombe!
Para dejar de enojarse: “En lugar de intentar controlarte, empieza por identificar qué es lo más y menos importante para ti”, propone Florence Leroy. Escoge dos “batallas”, y no más. Es decir, dos aspectos que suelen causar grandes frustraciones. Después, con algo de perspectiva, puedes utilizar tu creatividad para encontrar soluciones que satisfagan a toda la familia. ¡Y relájate!
9. Fomento los buenos comportamientos
A veces nos exaspera tanto aquello que no funciona que no prestamos atención a lo que sí va bien. Si dejas de resaltar tanto esos comportamientos negativos y te fijas un poco más en los positivos, incitarás a tu pareja a multiplicar esas actitudes que contribuyen al bienestar de toda la familia.
10. ¡La vida es bella!
En lugar de vivir en esa monotonía gris y triste, ¿por qué no tratar de alcanzar una realidad más positiva? Para ver la vida de color de rosa, nada más sencillo que un toque de locura, una pincelada de actitud zen, una buena dosis de optimismo y mucha satisfacción.
Para dejar de enojarse: Después de la teoría, ¡pasa a la práctica! ¡Deja paso a la harmonía!