Ciudad del Vaticano.
A cuatro años de la elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa, su proceso de reforma en el Vaticano y en la Iglesia genera críticas, pero para el cardenal brasileño Claudio Hummes es un fenómeno normal porque “todas las reformas suscitan resistencias”.
“Hay personas que están acomodadas, tienen miedo de perder algo, o quizás su comprensión es diversa. Pero la diversidad en la Iglesias no es un mal, porque ella misma es una unidad en la diversidad: De culturas, de inteligencias, de las formas de comprender la vida”, dijo.
“El mal se da cuando se vuelven división, cuando se convierten en una contraposición o una confrontación, un conflicto. Esto no se puede aceptar, la división destruye la Iglesia”, agregó en enrevista con Notimex.
El purpurado recordó aquel 13 de marzo de 2013 cuando fue el primero en abrazar a Jorge Mario Bergoglio tras su elección durante el Cónclave en la Capilla Sixtina y le susurró al oído: “¡no te olvides de los pobres!”.
El propio Papa, unos días después, contó en público esa anécdota, calificó a Hummes como “un gran amigo” y aseguró que gracias a esas palabras decidió llamarse Francisco.
Sobre aquel episodio, el cardenal confesó que no había preparado nada, que en ese momento abrazó espontáneamente al nuevo Papa y le vino a la mente la frase. “Estaba en mi corazón, pero no la había practicado”, insistió.
Confesó que no imaginaba el efecto que su comentario iba a tener en el pontífice y apuntó: “fue el espíritu santo que habló a través de mi boca”.
Calificó al papado de Bergoglio como “extraordinario” y “excelente”, sobre todo porque se ha empujado a la Iglesia a abrirse, a salir hacia las periferias. Indicó a los pobres, la paz y el cuidado de la creación como sus tres compromisos centrales.
“Él está siempre donde existen conflictos, está ahí, va personalmente, convoca a los poderes públicos y a las autoridades involucradas a comenzar procesos de paz, de diálogo, de apertura”, constató.
Recordó que en 2013, pocos meses después de su elección, el Papa convocó a una vigilia de oración en la Plaza de San Pedro para evitar la intervención militar en Siria y al final la invasión no tuvo lugar, porque “(Barack) Obama entendió”.
Luego invitó a los presidentes de Israel y Palestina al Vaticano a rezar por la paz, fue a Cuba para construir un puente con Estados Unidos y denunció la crisis climática y ecológica, con la encíclica “Laudato Sii” (Alabado Seas, marzo 2016).
“Se podría volver al día en que fue elegido y después, cuando le dijo a los periodistas que eligió el nombre de Francisco porque es el santo de los pobres, de la paz y de la creación. Estos son tres temas muy presentes en su ministerio”, insistió.
Más adelante destacó la importancia de la misericordia, un mensaje que ha sacudido a la Iglesia, porque pide apostar menos a la ley y más al amor, menos a las estructuras y más a la vida, al estar con la gente, al hacer el bien y consolar a las personas.
Sostuvo que se vive un clima nuevo que cambia la Iglesia, en el buen sentido, y la hace “volver fuertemente al evangelio”.
También subrayó la voluntad del obispo de Roma de promover el diálogo, caminar con todos, como amigos y hermanos, no como adversarios, respetando las diferencias pero sumando lo que se puede sumar a favor del bien y de la salvación de la humanidad.
Sobre las críticas lanzadas contra el Papa se mostró optimista, consideró que son “parte del camino”, afirmó que la Iglesia seguirá adelante porque él mismo se mantiene “con mucha serenidad”.
“El hecho que él sea latinoamericano y no del área europea, esto es una gran riqueza. Que el Papa venga de fuera da a la Iglesia aperturas nuevas, posibilidades nuevas”, estableció.