Panamá jugó con 10. y contra 12.
El arbitraje al que tanto ha tundido Miguel Herrera hoy es el máximo aliado para que México dispute la Final de la Copa Oro. La Concacaf no tiene su Final soñada, pero sí al Tricolor en la misma.
Ayer en el Georgia Dome, de no ser por el estadounidense Mark Geiger, el Tri habría consumado otro gran fracaso en el año, pero en cambio ganó 2-1 en tiempo extra, al que ni siquiera debió llegar.
México jugó en superioridad numérica desde el 25’ por la rigorista expulsión de Luis Tejada y al 89’ le obsequiaron un penal por una supuesta mano del capitán Román Torres.
Fue tal la indignación panameña que sus jugadores amagaron con retirarse de la cancha, al fin y al cabo parecía que por más corazón que pusieran, como el de Torres al anotar al 57’, tenían el sistema en contra.
Después de la marcación vinieron los reclamos y luego los golpes tras la discusión entre panameños y el preparador físico mexicano Giber Becerra. Los delegados de la Concacaf intervinieron. La afición mexicana bañó a los rivales y les lanzó vasos; a los jugadores, enardecidos, sólo les faltaba morder al árbitro.
El capitán Torres discutió con el “Piojo” Herrera. Armando Cooper estuvo a punto de írsele encima. El técnico se mantuvo tranquilo hasta que llegó Aníbal Godoy; ¿qué le habrá dicho o sugerido para que al timonel tuvieran que contenerlo dos jugadores?
El que mantuvo la calma fue el único jugador de México que ha combinado su gran nivel y la gallardía: Andrés Guardado. El capitán anotó el penal y mandó el duelo al alargue. Panamá ya sabe un poco lo que sintió Costa Rica.
Los tiempos extra fueron un concierto de reclamos para el cuerpo arbitral.
La marcación del segundo penal al 103’, por una barrida de Harold Cummings sobre Javier Orozco, puso al Tricolor camino a Filadelfia. Otra vez Guardado, ¿quién más?, venció a Jaime Penedo. (Atlanta, E.U.)