Hidalgo, Tx.
El problema del carrizo en las aguas del río Bravo no es un asunto nuevo para las autoridades, desde hace varios años vienen batallando con su control, debido a los problemas que genera, destacando la puesta en marcha de diferentes programas de acción para su control y erradicación.
El principal argumento de las autoridades para preocuparse por la presencia de esta especie en el Bravo, es que ésta facilita la actividad ilegal en la zona, como es el caso del tráfico de enervantes y de personas.
UN PROBLEMA
El carrizo es una planta invasiva, no nativa, que crece en las márgenes del río Bravo en el Valle del Sur de Texas, que comúnmente crece entre nueve y 27 pies de altura y se aglutina en grandes grupos.
A decir de las autoridades federales, el carrizo imposibilita la clara visión de los agentes de la Patrulla Fronteriza cuando se trata de vigilar la orilla del Bravo y permite que los criminales utilicen estas áreas para esconderse.
De igual forma se dijo que la planta imposibilita el libre acceso de los agentes con la totalidad de su equipo en las áreas invadidas, que dicho sea de paso, son grandes extensiones.
Esta situación brinda facilidades a los inmigrantes para esconderse de los federales, al igual que los traficantes de enervantes, además de poner en clara desventaja a los agentes, quienes en estas condiciones son más vulnerables a ser atacados directamente sin poder ver a sus agresores.
En general, las autoridades han señalado que la proliferación de esta planta significa un gran problema para la operación de los agentes de la Patrulla Fronteriza en las áreas invadidas, lo que resta efectividad en su trabajo.
ACCIONES
En 2009, autoridades de la Patrulla Fronteriza implementaron un programa piloto para remover el carrizo de las áreas invadidas, para lo que se asignaron un par de contratos por 2.13 millones de dólares para su eliminación y para sembrar plantas nativas más amigables con el medio ambiente.
El área de Laredo, donde el Departamento de Agricultura de Texas y el Departamento de Parques y Vida Silvestre coordinaron esfuerzos con el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y con la Patrulla Fronteriza para facilitar el proceso, fue de las primeras en completar el plan piloto.
FORMAS DE ERRADICACIÓN
De acuerdo a las condiciones del terreno se llevan a cabo dos formas de erradicación, mediante el corte parcial del carrizo y la aplicación de un herbicida que penetra la raíz y mata la planta en un período de entre 45 y 60 días, dando pie a la fácil remoción de las raíces muertas.
El segundo método es el mecánico, donde directamente se utiliza maquinaria pesada para arrancar de raíz los carrizos y posteriormente realizar un relleno del terreno y proceder a la siembra de plantas nativas.
El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y la Patrulla Fronteriza, también propusieron la liberación controlada de la avispa de caña y de un insecto artrópodo del orden de los hemípteros.
Estos insectos llevan a cabo un control biológico y son capaces de destruir grandes extensiones de carrizo y entre el 2009 y el 2010, fueron liberadas pequeñas cantidades de los mismos a lo largo del río Bravo.
Autoridades destacan que el control biológico es inofensivo para los humanos evitando que se utilice herbicidas para la erradicación de la planta.
SUPERVISIÓN
Adicionalmente se dijo que la implementación de los métodos utilizados para la erradicación del carrizo en las márgenes del río Bravo son supervisadas por la Universidad de Texas A&M con la finalidad de que se verifique que el frágil ecosistema del área sufra la menor afectación posible a causa de la eliminación del carrizo.
Un estudio de la USDA revela que aproximadamente 3 mil 714 hectáreas a lo largo del río Bravo, sólo en territorio norteamericano, son afectadas por la proliferación del carrizo.
Recientemente el congresista Henry Cuéllar anunció que intensificaría las acciones para agilizar la disponibilidad de financiamiento para los programas de control del carrizo.
“Durante mucho tiempo me he preocupado por el impacto del carrizo y otras especies de plantas invasoras que dificultan las actividades de los agentes federales a lo largo del río Grande. Además de proporcionar un lugar para esconderse a los que tratan de cruzar nuestra frontera de forma ilegal, ahoga vías fluviales, erosiona los bancos y canales de agua, daña los puentes, e inhibe la biodiversidad nativa”, declaró el congresista.