“Vamos, ¡date prisa que no llegamos, venga!”, “todavía no has terminado la merienda, ¿a qué estás esperando?”, “espera, que tu hermano está llorando”, “enseguida voy cariño, mamá está contigo en 10 minutos, ya voy, espera,…, no puedo con todo, ya voooooy,¿a qué quieres jugar?, ¿por qué no quieres jugar conmigo? Pero si yo no estoy enfadada”.
Los niños se empapan de la energía que trasmitimos y acaban imitando nuestras respuestas emocionales. Nuestros hijos no viven en el mundo de las prisas como nosotros, ni se sienten desbordados por un exceso de responsabilidades. Sin embargo, dan respuestas similares de nerviosismo o inquietud, debido a que se mimetizan con nuestros estados emocionales. Les contagiamos nuestro estado de ánimo y nuestro estrés, y luego nos sorprende que ellos tengan rabietas, se muestren irritables o más desobedientes.
Como adultos nos enfadamos y no entendemos por qué en los peores momentos los niños desobedecen más aún. Posiblemente lo estamos provocando nosotros mismos sin darnos cuenta. Por esta gran razón la armonía en el hogar empieza por nuestra propia serenidad.
CONSEGUIR LA ARMONÍA EN UN HOGAR CON NIÑOS
La respuesta es más simple de lo que cabría esperar. Creando hábitos y las rutinas.
La naturaleza tiene un ritmo estacional, y las personas también lo tenemos con los ciclos del sueño-vigilia. Los niños que viven en un ambiente de hábitos están más tranquilos, porque tienen certeza de lo que viene a continuación.
Sin embargo, en hogares donde los padres no mantienen ciertas rutinas, los niños están expectantes, se aceleran y no consiguen fluir con armonía.
¿CÓMO PUEDO HACERLO?
A continuación veremos varias claves para conseguir crear un ambiente en armonía dentro de nuestro propio hogar:
1. CONSIGUE QUE EN TU HOGAR LAS ACTIVIDADES A REALIZAR SEAN PREDECIBLES
Con niños pequeños es mejor avisarles de lo que va a suceder, usando siempre las mismas “señales previas”.
Por ejemplo, si es la hora de lavarnos las manos para comer, podemos cantar siempre la misma canción que indica que vamos a ello. Tras la canción y la higiene, asociarán que llega el momento de sentarnos a comer. Tras varias secuencias, con tan sólo oír la canción los niños sabrán qué momento es y qué se espera de ellos.
Aunque a los padres nos parezca que siempre es lo mismo, a los niños les viene bien vivir en un ambiente donde se sabe qué va a suceder; su inquietud baja y se respira cierta armonía. Cuando los niños aprenden estos ritmos, los imprevistos disminuyen, hay menos disputas, se refuerzan los vínculos y hay más opción e incluso tiempo para el juego.
Si las rutinas se ven alteradas, aparecerá la tensión y las prisas boicotearán la armonía. Por ejemplo, si nos llaman por teléfono, devolver la llamada en otro momento, si los niños quieren alargar la hora del parque, saber decir amablemente que es momento de irnos a preparar la cena. Aunque estas pautas puedan parecer rígidas, nos servirán para evitar gritos, enfados y disputas.
2. RESPETAR LOS RITMOS Y HORAS DE SUEÑO
Los niños entre 6 y 12 años necesitan dormir, según la OMS, diez y doce horas diarias. Aquellos pequeños que duermen el tiempo que le corresponde para su edad tienen mejor rendimiento académico y puntúan más en inteligencia. Además el sueño estimula la hormona del crecimiento y favorece el buen metabolismo del niño, ayuda a su memoria y concentración.
En Psicode, nos encontramos con padres que vienen con la demanda de disminuir el mal comportamiento de sus hijos. En algunos casos, a medida que al pequeño se le regula el sueño, descansa más y tiene un ambiente de rutinas, los resultados que se observan son sorprendentes.
Muchas veces la culpa que sienten los padres por mandarlos pronto a la cama y no tener tiempo para estar con ellos es la razón de postergar la hora de dormir. Sin embargo, luego esos minutos extras hacen que el cansancio al día siguiente rompa la armonía en casa.
Os invitamos hacer la prueba, adelantar una hora la hora de acostar a vuestros pequeños. Os sorprenderéis no sólo de cómo mejora la relación con ellos, sino también con vuestras parejas.
3. ENSEÑA GRATITUD
Enseñarles el hábito de agradecer, ser amables y practicarlo toda la familia. Que observen cómo al pedir las cosas por favor, o dar las gracias ayuda a generar más armonía en el ambiente.
Ser agradecidos, incluso interiormente con las cosas pequeñas que nos pasan, les ayudará a ser niños más optimistas, más felices y capaces de buscar retos y posibilidades donde otros sólo ven problemas.
Proponemos, como actividad, que antes de dormir, demos las gracias por varias cosas. Podemos hacerlo con preguntas del tipo: “¿Por qué ha sido un día de suerte para ti?”, “¿qué cosas buenas te han pasado hoy?”, “¿por qué darías las gracias hoy?”.
4. ENSEÑA A SABER ESCUCHAR EL SILENCIO
En la sociedad en la que vivimos, con el acceso a Internet, estamos constantemente sobreestimulados. Los niños experimentan un bombardeo de estímulos que les hacen intolerantes al silencio. Continuamente van buscando ese ritmo frenético al que están acostumbrados, haciendo preguntas de manera continua, poniendo la televisión, teniendo pensamientos “atolondrados” que luego se convierten en rumiaciones mentales.
De vez en cuando, se puede entrar en el silencio. Es una puerta de entrada para la serenidad. Otra forma de encontrar armonía.
Aconsejamos ayudar a los niños a recogerse en sí mismos. Si vemos que están callados o pensativos, respetar ese momento sin interrumpirles con preguntas o con instrucciones. También podemos jugar a estar en silencio 5 minutos y disfrutar de los sonidos del ambiente (sobre todo en la naturaleza).