Si algo agradece Liberato Rodríguez García es que las personas tiren comida a la basura pues de esta forma, puede alimentarse mientras habita alguna casa abandonada, de las muchas, que hay en la Ciudad.
Este hombre quien dice tener 57 años, cuenta que se quedó sin hogar al morir sus padres, pues su hermano mayor, decidió vender la vivienda.
Dice que en algunas carnicerías le regalan comida que él mismo cocina o en algunos hogares, al realizar trabajos de jardinería, le dan alimento. También lava carros y hasta barre.
Liberato pidió que sus hermanos Ruperto, Lupe y Rubén, vayan a verlo a la Casa del Indigente.
“Me dijeron que iban a venir un miércoles, ya han pasado varios miércoles y no vinieron. Me dijeron que me iban a rentar una casita. Que se acuerden de mí, eso me pone triste porque son los únicos”, dice con los ojos llenos de lágrimas.
Se alegra un poco cuando se le pregunta, qué recuerdos tiene de sus hermanos cuando eran pequeños.
“Que jugábamos a las canicas, bastantes cosas, nos llevamos bien pero ya crecimos y cada quien su rumbo, como los pajaritos…cada quien dejó el nido”.
LO ARROLLA LA FATALIDAD
“Mi mamá había dejado la casa para (enfrentar) sus enfermedades, pero mi hermano mayor la empezó a rentar y luego de repente apareció que la vendió, me quedé sin casa y por eso vivo en cualquier casa abandonada.
“Así me he quedado toda mi vida desde hace como hace como 20 años cuando murió mi papá y mi mamá, mi esposa y yo nos separamos en el 95 y tuvimos un hijo pero se fue con ella”.
Liberato Rodríguez García, de 57 años e indigente, desde entonces, no ha vuelto a ver a su esposa y a su hijo y por ende…no recibe su ayuda.