Ellos tienen las herramientas profesionales para detectar señales de alarma cuando un estudiante, sobre todo adolescente, presenta una conducta de riesgo como violencia, baja autoestima o falta control de emociones.
Pero a la hora de avisar y pedir ayuda a los padres, uno de los obstáculos que los psicólogos escolares enfrentan es la respuesta: “No, mi hijo no”.
“Cuando hay indicios de violencia en su hijos, o conductas indeseables, la causa la atribuyen a los compañeros de su hijo, nunca ven la responsabilidad de sus hijos y eso es cerrar los ojos”, señala el psicólogo Ángel Almaguer.
“Dicen ‘no, es que mi hijo no’ o ‘seguramente le hicieron esto’. Nunca ven a su hijo en el centro del problema, lo ven ajeno al origen del problema. Puede (el hijo) ser un victimario y lo ven como víctima”.
La tragedia en el Colegio Americano del Noreste impactó a la comunidad, pero también representó una reflexión entre profesionales de la salud mental sobre qué rumbo tomar de ahora en adelante en las escuelas, qué hacer, y cómo involucrar en su trabajo a una parte esencial, los padres de familia.
Desde el día en que un estudiante de secundaria disparó un arma de fuego hiriendo a cuatro personas y suicidándose, la Asociación de Psicólogos Escolares de México, A.C., comenzó a recibir llamadas de colegios y de papás preocupados.
Entre sus primeras acciones, la agrupación decidió cambiar el tema de su próximo seminario dirigido a psicólogos y maestros, y dedicarlo a la intervención en crisis.
Además, ya planea una serie de conferencias para padres de familia. Aunque las fechas para ambos eventos están por definirse, informó su presidenta, Martha Elia Saucedo, la necesidad de esta actividad es urgente.
“No todos los papás están abiertos a escuchar, hay papás que comentan que su hijo no tiene nada, que con el tiempo se va a quitar”, señala la psicóloga.
Parteaguas
La tragedia escolar representa un antes y un después también en la forma de proceder de los maestros e incluso de los estudiantes, indica Javier López, psicoterapeuta y conferencista en colegios sobre temas como sexualidad, comunicación, adicciones y suicidio.
“Ya no pude uno tomar a la ligera señales de alarma”, comenta.
Apenas dos días después de la tragedia que cimbró a México, un estudiante de preparatoria en Apodaca fue detenido por la Policía tras publicar en Facebook que iba a disparar en su escuela. Durante una revisión los agentes le encontraron una pistola de postas.
La captura se realizó debido a que sus compañeros vieron el mensaje en la red social y, ante el temor de que se desatara una tragedia, lo reportaron con la directora.
“En otro momento, uno podría haber dicho: ‘no va a ocurrir’. La maestra pudo haber pensado: ‘al otro día voy a platicar con él a ver qué ocurre’. Pudo haberlo tomarlo con ligereza.
“Pero como ocurrió esto (en el Americano del Noreste), ahora son alertas fuertísimas, cambiaron drásticamente las medidas a seguir los protocolos”.
La cultura de la denuncia por parte de los alumnos cuando detectan una conducta irregular en un compañero es otro de los factores a impulsar, comenta una psicóloga que pidió anonimato.
“Tengo alumnos en secundaria que hacen denuncias directas, que me dicen ‘miss, te quiero reportar algo, lo que un compañero hace a otro, he tratado de hacer algo, pero no funciona, me preocupa la autoestima de mi compañero, no sé cómo ayudar, necesito que me ayudes’.
“Y se necesitan un chorro de pantalones para hacer eso cuando tienes 14 años. Es crear una cultura de la legalidad”.
Sobre todo si se tiene en cuenta la “lealtad malentendida” que a veces existe entre los adolescentes, cuando confunden la amistad con el proteger a alguien que hace algo irregular.
Para esta psicóloga escolar, los buzones de denuncia anónima son una estrategia que funciona como primer paso, pero lo importante es fomentar un ambiente escolar que favorezca el diálogo con los estudiantes y también entre los mismos maestros.
‘Se preocupa por nosotros’
En Nuevo León, desde 2013 existe una ley que obliga al Estado a que en cada escuela haya un psicólogo o trabajador social, pero no se cumple. La Federación Nacional de Colegios, Sociedades y Asociaciones de Psicólogos de México lo señaló la semana pasada.
Y es que el psicólogo escolar no solamente puede apoyar en la detección de conductas de riesgo, diseño de evaluaciones, consejería, orientación vocacional o intervención en situaciones de crisis, señalan los especialistas.
También pueden ayudar a los maestros y trabajadores sociales a desarrollar habilidades con las cuales fomenten la comunicación con los estudiantes.
“Hay niños que me dicen ‘esta maestra que me da esta clase, además de ser muy buena en su materia, se preocupa mucho por nosotros como personas. Y ésa es la gran diferencia”, comenta una psicóloga escolar.
“Que dentro de su clase, los maestros se den tiempo para dialogar, no sólo para poner reportes”.
¿Una tarea complicada ante la carga que ya de por sí tienen los maestros en las aulas?
Sí, coinciden los especialistas, pero es una inversión de tiempo y esfuerzo que bien podría ayudar a rescatar la salud mental de las escuelas.