Cuando ser o no ser se convierte en un dilema

La toma de decisiones consiste en encontrar una conducta adecuada para resolver una situación problemática.

Las decisiones forman parte de la vida de cualquier ser humano, desde las más elementales, hasta las que repercuten de manera más marcada en el ámbito personal, social y laboral.

Sin embargo, ¿Qué sucede si tomarlas se convierte en un proceso complicado? ¿Qué medidas se pueden aplicar para dejar de ser indeciso? ¿Existirá alguna fórmula mágica para aprender a decidirse?

En algunas ocasiones, cuando las situaciones se escapan de las manos, se hace necesario buscar un modelo que facilite el proceso de toma de decisiones.

Modelo efectivo

La toma de decisiones consiste en encontrar una conducta adecuada para resolver una situación problemática. Para ello, existen modelos clásicos para la resolución de problemas como el “Entrenamiento de Resolución de Problemas, de D’Zurilla y Goldfried”. El método recomendado contempla las siguientes fases:

Definición del problema. Consiste en entender bien la situación, respondiendo a las interrogantes simples como de qué se trata exactamente y cuándo apareció.

Búsqueda de opciones. No necesariamente las alternativas deben reducirse a dos o tres escenarios, es necesario pensar en todas las opciones permitidas y convenientes.

Elección de la alternativa. Es importante analizar cuidadosamente cada una de las opciones seleccionadas, a fin de escoger la que más beneficios suponga a largo plazo.

Plan de acción. Se trata de visualizarse poniendo en práctica la alternativa elegida, y evaluar si se es capaz de ejecutarla. Esta fase permitirá decidir si hace falta asumir otra de las posibilidades.

Asumir responsabilidades

Hacer elecciones es una tarea implícita en la vida de todo ser humano, un proceso que no siempre se ajusta a métodos y procesos por cumplir; todo dependerá del tipo de problema a resolver, del contexto, y de las repercusiones que tenga el mismo. Es una tarea que debe ser asumida, porque no hacerlo puede traer consecuencias importantes ante la falta de resolución de problemas.

Los 10 pasos a seguir

1. Define el problema. Se debe saber cuál es realmente la situación y las repercusiones que puede tener según el escenario.

2. Ubícate en espacio y lugar. Para tomar una decisión, se recomienda tener tranquilidad y alejarse de agentes distractores.

3. Decide en ayunas. Las comidas, como postres y carbohidratos, influyen en el estado de ánimo, por lo que el ayuno es un buen momento para pensar.

4. El tiempo. Las elecciones no deben hacerse apresuradamente o bajo presión.

5. Busca consejos. Conversa sobre el problema y valora opiniones externas, sin dejar que influyan en la decisión.

6. No tengas miedo. Que el temor no tome el mando, arriesgarse puede ser una salida.

7. Escucha tu instinto. El yo interno, los presentimientos y sensaciones, pueden apoyarte, porque no todo es razonamiento.

8. No lo postergues. El dicho “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, debe ser una regla.

9. Evalúa. Una vez tomada la decisión, estudia la efectividad de la opción y su repercusión.

10. Da cabida al error. No asumas que la decisión debe ser perfecta, si resulta no ser la correcta, existen otras opciones; equivocarse está permitido.

¿Y SI NO LO LOGRAS?

El no decidirse repercute seriamente en la autoestima. Tomar decisiones es un aprendizaje que tiene mucha relación con la confianza propia. No hacerlo o postergarlo, incide en el alejamiento social, la baja tolerancia a la frustración y en la sensación de falta de control sobre la vida.

Lo más preocupante son las repercusiones que podría tener el no resolver los problemas. La indecisión hace perder oportunidades, unas más importantes o increíbles que otras, pero oportunidades al fin, porque se bloquea la capacidad para evaluar cualquier hecho o resolver una situación.