La primera vez que José Ramón Posso Briseño salió de Honduras con rumbo a Estados Unidos tenía 16 años, quería trabajar en California para ayudar a su familia con los gastos del hogar, cumplió su meta por más de 4 décadas, de ilegal recorrió Oregón, Washington, Florida, Arizona, Nuevo México, New Jersey y Nueva York, fue deportado en 5 ocasiones pero al llegar a la sexta su sueño se truncó.
Desde Julio permanece en Reynosa. ”Fue difícil porque más de la mitad de mi vida la he pasado allá, yo hablo inglés, no quiero regresar a mi país porque no hay condiciones, no conozco otro mundo laboral”.
Haber cometido un delito le prohíbe arreglar su condición migratoria, por eso espera el momento indicado para intentarlo nuevamente, en esta ciudad recibe alimento, hospedaje y atención en un albergue.
Y aunque nunca ha pagado por cruzar conoce compañeros que han dado hasta 8 mil dólares al “coyote” por viajar en cajas de tráiler, en lanchas o en cajuelas. “Sé que la ayuda para cruzar esta entre 6 mil y 8 mil dólares es muy caro, hay quien lo paga por llegar a salvo a Houston, Chicago o Nueva York, los meten en camiones, llegan a estos lugares y se olvidan de ellos”.
VAN A BLINDAR LA FRONTERA
Al enterarse que una caravana de por lo menos 7 mil migrantes había partido de Honduras, su semblante de tranquilidad cambió, teme que quienes vengan sean regresados o víctimas de delitos.
“Es muy peligroso para ellos cruza ahorita porque ya las autoridades están avisadas que vendrán, vienen con niños, mujeres, a todos los van a deportar, será inútil todo su esfuerzo de caminar miles de kilómetros”.
Por eso es que sus planes de ingresar por séptima ocasión están frenados hasta nuevo aviso, ha decidido esperar a que se esfume la noticia mundial de esta caravana.
En Honduras un dólar vale 24 lempiras, su moneda local, que atraviesa un proceso de devaluación, esta cantidad equivale en México a 20 pesos.
Regresar a su país natal le resulta imposible debido a las condiciones de violencia, crimen, violencia política y discriminación, por eso entiende a quienes hartos de su vida abandonaron Centroamérica. ”Yo sé que en cualquier lugar hay delitos, en cualquier parte del mundo, inclusive aquí, lo que ocurrió en Honduras es que la gente se activó por la desesperación de los gobernantes y la presión a nivel mundial, por eso todos se quieren ir”.
Admitió que dentro de sus planes no está el quedarse en Reynosa.