Los pescadores de la laguna de Navachiste (Estado de Sinaloa, noroeste de México) encuentran de vez en cuando centenas de peces muertos en el agua. La causa está en la tierra: toneladas de plaguicidas esparcidos en los cultivos de la región han llegado hasta los cuerpos de agua y en algunos casos han sido arrastrados hasta los océanos.
Un estudio de Greenpeace, la Universidad Autónoma de Campeche y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) revela que en los ríos, lagos y mares de México existen residuos de al menos 30 sustancias químicas que se utilizan en el campo como plaguicidas, algunas de ellas señaladas como peligrosas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los investigadores tomaron muestras de agua en Sinaloa, Yucatán y el Golfo de California para determinar cuáles eran los plaguicidas que habían sido arrastrados hasta las aguas de esta regiones.
En todas las muestras había sustancias químicas, revela el informe. “El impacto de los plaguicidas va más allá de la calidad de la tierra, afecta también al agua y a las especies que viven allí”, apunta Sandra Laso, responsable del programa de agricultura y alimentación de Greenpeace. En algunos casos, estos químicos fueron hallados a 10 metros de profundidad en el mar. “Esas sustancias ni siquiera deberían estar allí”, añade Laso.