¡Dan baile a Chivas!

André-Pierre Gignac se despachó con doblete y Jesús Dueñas hizo el otro tanto para dar el triunfo a Tigres

Monterrey, NL  

Bienvenido a casa, Alan.

Pulido fue el protagonista previo al Tigres-Chivas: por su regreso al Estadio Universitario luego de tres años de ausencia, porque esperaba el peor recibimiento, por su disputa con Ricardo Ferretti. Ayer, tras el silbatazo final, los felinos le robaron los flashes con el triunfo 3-0.

André-Pierre Gignac se despachó con un doblete (el primer gol precedido de una falta) y Jesús Dueñas hizo el otro tanto, que hoy lo tiene con 16 puntos, lejos de los 24 del Rebaño, pero respirándole ya en la nuca al grueso del pelotón que aspira a la Liguilla.

Lo más atractivo del duelo fueron los abucheos a Pulido, el saludo entre el delantero y el Tuca, que marcó el fin del conflicto y las ganas del jugador por marcarle al cuadro que lo vio nacer.

Del otro lado el show lo dieron por las bandas Javier Aquino y Jürgen Damm, quien regresó a la cancha tras superar una lesión y cuyo ingreso al 62’ inyectó frescura.

Las Chivas, tan lastimadas en zona defensiva, no supieron contener a los velocistas, por eso Aquino desbordó por izquierda al 74’ y mandó un pase retrasado a Jesús Dueñas, quien con un riflazo las mató.

Damm estrelló el balón en el poste izquierdo y falló un mano a mano. Inquietó a un rival que sufre cuando le quitan el esférico y con ello la oportunidad de que Carlos Fierro u Orbelín Pineda, quien entró en el complemento, pudieran cambiar el panorama ya fuera con garra o inspiración.

Previo al segundo tanto, los visitantes se debilitaron más en la zaga por la salida de Jair Pereira debido, aparentemente, a una molestia muscular.

Tigres apretó los dientes. En una de sus últimas oportunidades para mantenerse con vida en la Liga, el campeón agobió al visitante, logró que cada rojiblanco sintiera un poco de la frustración de Alan Pulido, como al 84’ cuando Carlos Fierro pasó de avivarse ante Puebla a ser el madrugado en la ejecución de un tiro libre que culminó con el gol de Gignac, ya cuando los dueños de la fiesta eran sólo los anfitriones.