Su discapacidad visual no le impide a alumnos de la Fundación Miradas de Esperanza ser personas productivas e independientes
Miguel, Paty y José, tienen algo en común: son jóvenes que a pesar de ser invidentes tocan varios instrumentos musicales y persiguen sus sueños: ser personas productivas e independientes.
Los tres jóvenes estudian en la Fundación Miradas de Esperanza, instituto único en Tamaulipas que actualmente prepara académica, cultural, social y musicalmente, a más de 50 niños y jóvenes discapacitados visuales.
Miguel Hernández, tiene 15 años de edad y además de acudir a Miradas de Esperanza, también estudia en el CBTIS de Río Bravo, en la modalidad no escolarizada.
El joven riobravense se define como un apasionado de la música y lo demuestra al tocar el teclado, el violín, el bajo, la batería, acordeón y guitarra, instrumentos que son sus compañeros desde su infancia.
Miguel recordó que empezó a tocar el teclado a la edad de cinco años.
“Me enseñé a tocar en uno de juguete, por eso al llegar a la Fundación Miradas de Esperanza me sorprendí mucho al tocar por primera vez uno de verdad, lo primero que pensé es que tenía muchas teclas”, relató Miguel.
El joven agregó que asistir a la Fundación fue su mejor decisión, pues ahí les enseñan a tocar varios instrumentos, por lo que de inmediato empezó con clases de violín y así, con el paso del tiempo fue aprendiendo a tocar otros instrumentos.
Reconoció que el piano y la guitarra, son sus instrumentos favoritos, por eso no dudo en integrarse a la rondalla formada recientemente en Miradas de Esperanza.
Miguel, quien es ciego de nacimiento, mencionó que uno de sus sueños es ser integrante de un grupo musical.
“Esa es mi meta por ahora, pertenecer a una agrupación, estaría chido y yo sé que lo voy a lograr”, comentó emocionado Miguel.
LA PASIÓN DE PATY, EL CANTO
Patricia Martínez, tiene 15 años y también es discapacitada visual, aunque a diferencia de Miguel distingue un poco las sombras. Ella toca tres instrumentos y su pasión es el canto.
Paty, como le dicen de cariño, acepta que la música pop en inglés es su favorita, pero que al momento de interpretar una melodía no le importa el género.
La adolescente compartió que ha participado en varios concursos locales y estatales de canto, incluso en el programa la Academia que organiza una empresa televisora nacional (TV Azteca).
Paty, contó que su problema visual inicio a los dos años de edad, cuando se le detectó cáncer en la vista y fue entonces que perdió ese sentido.
La menor de dos hermanos, se siente orgullosa de sus logros, pues dijo que a poco más de un año de haber ingresado a la Fundación Miradas de Esperanza, institución a la que llegó sin conocer las letras, ahora sabe leer en braille, toca el piano, la guitarra, el chelo y además canta.
La joven, quien se declaró admiradora de la cantante Ariana Grande, agregó que además de la música, durante el último año ha logrado aprender otros idiomas, como el inglés y el italiano.
La alumna de Miradas de Esperanza, narró que en agosto, fue invitada a la ciudad de Durango a un encuentro de mujeres con discapacidad visual, en donde ella compartió su historia de vida.
“Me sentí identificada con las otras mujeres, porque cada una de las personas ahí presentes teníamos un problema en común, la perdida de la vista”, declaró Paty.
Añadió que entre otros reconocimientos, el pasado mes de julio, la Fundación Miradas de Esperanza, le entregó el premio Hellen Keller, por liderazgo, disciplina y compañerismo, entre otras aptitudes que evaluaron maestros, directivos y los propios alumnos.
PARA JOSÉ NO HAY IMPOSIBLES
José Arias Herrera, de 28 años, es el mayor de los estudiantes, pero el de menor tiempo en el instituto, José dijo que su discapacidad visual no lo limita a desarrollar sus metas y propósitos de vida.
José creció sin haber sido alfabetizado, llego apenas hace un año a la Fundación, en donde ya aprendió a leer y escribir, pero su meta es concluir la primaria, para posteriormente continuar con sus estudios en la secundaria y la preparatoria.
El joven se traslada todos los días desde el ejido La Retama, en transporte público a tomar sus clases, pero el mayor de sus retos ya lo cumplió: regresarse solo, sin la ayuda de ninguna persona desde el centro de la ciudad hasta su casa.
“Ahora mi siguiente reto es poder venirme solo desde mi casa hasta Miradas de Esperanza, sé que muy pronto lo voy a lograr” dijo emocionado José.
El joven agradeció al personal, así como a la presidenta y fundadora, María Dolores Fernández el apoyo que le brindan en el aprendizaje.
“Pues ya sé leer y escribir en braille, mis maestras me han tenido mucha paciencia”, dijo José.
“En el último año, he tenido muchos cambios positivos, ahora soy una persona segura y quiero seguir preparándome”, declaró con alegría José.