Misael Rodríguez espera que el éxito no lo noquee.
A diferencia de otros boxeadores, el medallista olímpico no quiere ser víctima de los excesos, parrandas, alcoholismo y el derroche de dinero que terminan por aniquilar las carreras deportivas. Desde que ganó la presea de bronce en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en su natal Parral, Chihuahua permanecen en trance de adoración y ahora entiende la idolatría que desata un pugilista.
Ayer vivió la exaltación de la gente al llegar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México blindado por elementos de seguridad y alrededor de un tumulto de personas que apenas lo dejaron subirse a la camioneta donde partió al hotel.