Ciudad de México
Lo hizo con impecable traje negro, delgado, bronceado en extremo y con una abundante melena, lo que a más de una de sus fan le hizo pensar que se había injertado cabello. Pero lo recibieron con los brazos abiertos.
Tras el fiasco de conciertos cancelados en 2015, padecimientos de salud, pleitos legales y conducta errática, Luis Miguel reconquistó a los mexicanos con su principal arma: su voz.
Cuando apareció en el escenario del Auditorio Nacional, arrancando su gira ¡México por Siempre!, se tomó un minuto en silencio para contemplar a las 10 mil personas que llenaron el lugar. Quizás estaba enfrentando a los fantasmas que pusieron en jaque su carrera, o, simplemente, quería sentirse cómodo y dejarse adorar.
“Si te Vas”, “Tú, Solo Tú” y “Amor, Amor, Amor”, con bailecitos y contoneos que provocaron hiperventilaciones, fueron las primeras canciones de la velada y le inyectaron confianza .
No hubo fugas, huidas, ni eclipse de “Sol”. Fue pura fiesta.
Al momento de comunicarse con su audiencia, el cantante de 47 años por poco suelta una lágrima. Le emocionó que los suyos le perdonaran todo.
“Grandes y fundamentales motivaciones son las que tuve para regresar a los escenarios. Una es la música, y dos, son ustedes. Muchas gracias por el cariño durante tantos años”, expresó.
Luis Miguel fue el mismo de siempre. El de la sonrisa arrebatadora, el de la voz imponente de “No Sé Tú” y “Hasta que me Olvides”, y el coqueto que acepta una rosa de regalo y se agacha para besar a una admiradora. El que pone a bailar y a gritar con un gesto. El que solo necesita tres coristas y cinco músicos para lucirse.
“Contigo en la Distancia” y otros boleros, cantados al piano, provocaron ovaciones de pie.
Su segmento ranchero, para hacer honor a su disco ¡México por Siempre!, fue fuego en “Serenata Huasteca” y “Siete Mares”, acompañado del Mariachi Vargas de Tecalitlán.
En un medley desempolvó éxitos como “Ahora te Puedes Marchar” e “Isabel”, en medio de una celebración multicolor con confeti y pelotas.
En el Auditorio 224 de su carrera, luego de más de dos horas y media de concierto, Luis Miguel no sorprendió, no cambió. ¿Pero para qué? Con ser él mismo le basta.