‘Dos amigos y el éxito’

“Estos eran, dos amigos, que venían de Mapimi, que por no venirse de oquis, robaron Guanacevi...”.

“Estos eran, dos amigos, que venían de Mapimi, que por no venirse de oquis, robaron Guanacevi...”.

Para muchos conocedores del género norteño este corrido es una pieza invaluable. Para sus intérpretes, los legendarios Cadetes de Linares, la canción de “Los Dos Amigos” representó el pasaporte para llegar y quedarse en la historia de la música grupera.

Fue Lupe Tijerina, integrante original de Los Cadetes, quien compuso esta melodía, quizá la más preciada por todo lo que les ha dado en estas cuatro décadas de carrera artística.

“Comenzamos nosotros con una canción que fue la que nos sacó del anonimato, el corrido de ‘Los Dos Amigos’, una composición de un servidor y en todos los bailes lo piden como en el primer día”, platica Tijerina.

Sencillo en sus palabras y sin poses, el músico agradece a sus seguidores esta preferencia, porque son pocos los grupos o los artistas que mantienen a la audiencia cautiva pese a los años.

“Muchos artistas no tenemos esa suerte, vaya la presunción, es raro cuando al rededor de 40 años, que es lo que tenemos, sigan pidiendo las mismas canciones que grabamos cuando iniciamos”.

Este corrido es una historia verdadera que don Lupe escribió gracias a una historia que le contaba su abuelo Lauro Tijerina Guajardo.

“Mi abuelo que en paz descanse me la platicaba. Ellos eran los viejos (su abuelo y su papá Lupe Tijerina-) cuando yo estaba chamaco...Ahora yo soy el viajo”, dijo sonriendo.

“Eso fue en épocas después de la Revolución, hace muchos años, por allá en Mapimi, Durango; mi abuelo era villista, anduvo en la bola, él es del Estado de Nuevo León pero anduvo por Sonora, Zacatecas, pero en su juventud anduvo en esta lucha”, platica.

LA OTRA HISTORIA DE ‘LOS DOS AMIGOS’ 

Tijerina, nacido en el municipio de Guadalupe, vivió su juventud en Linares, pero fue en Reynosa donde conoció a quien se convirtiera en su compañero en la música, Homero Guerrero.

“Estábamos muy jóvenes, andaba en las cantinas donde también cantaban Ramón Ayala, Cornelio Reyna, era la cantina El Cadillac”, recuerda.

“Mientras llegaba el compañero de uno, cantábamos unos con otros cuando nos contrataba la gente que estaba ahí y que andaba alegre”.

Tanto Homero como Lupe tenían compañeros diferentes cuando trabajan en los bares, pero en esa cantina empezaron a ver que al público disfrutaba cuando tocaban juntos.

“Hacíamos mancuerna y le gustaba a la gente”, señala. “Decidimos juntarnos porque gustó, pero nos separamos porque Homero se fue para Estados Unidos”.

Después de siete u ocho años, los dos amigos vuelven a encontrarse por mera casualidad, pero ahora en Houston.

“Él trabajaba para una compañía que construía carreteras.

Yo me fui para el otro lado porque mi papá trabajaba allá y me llamó, y por casualidad un día nos vimos. Un amigo nos presentó, dijo que tenía un compadre, y ese compadre era Homero”.

A los dos les dio mucho gusto reencontrarse. Fue Homero quien le dice a Lupe que no traía compañero para seguir en la música, así que le pidió unirse de nuevo.

“Él ya había grabado dos discos con el nombre de Los Cadetes, nada más. Y cuando nos juntamos empezamos a trabajar y a buscar compañía de disco. Así nos encontramos con don Emilio Garza, que era de Los Ramones, Nuevo León, él vendía discos y cuerdas de guitarra, curiosidades.

“Nos animamos a decirle a él que pusiera una marca de discos para nosotros poder grabar”, afirma.

En ese tiempo, a principios de 1970, el género que pegaba más era la música de cumbia.

“Don Emilio nos hizo el favor y nos sacó un disquito. Los Dos Amigos, antes de eso sacamos dos discos sencillos, pero no pasó nada, pero ya con el disco de ‘Los Dos Amigos’ se complementó el primer elepé”.

LA MUERTE DEL AMIGO

Autor también de éxitos como “El Palomito” y “El Caballo Jovero”, entre muchos otros, Tijerina recuerda al otro amigo, a Homero Guerrero, quien el 19 de febrero de 1982 perdió la vida en un accidente automovilístico en la Carretera Monterrey–Cadereyta, en el momento cúspide de la carrera del grupo.

“Haz de cuenta que te sacan el tapete”, dice el músico al revivir la tragedia.

Dice que un día antes del 19 de febrero tuvieron llamado para participar en la filmación de una película de los hermanos Almada y Álvaro Zermeño, que se realizaba en Santiago, Nuevo León.

“Ahí trabajamos esa noche, y luego nos vinimos a Monterrey porque teníamos un programa en un teatro con don Rómulo Lozano aquí por la calle Guerrero. (México, D.F.)