Cuerpo perfecto, piel de porcelana, cabello largo y grueso, y una silueta envidiable: parece la descripción de la mujer más bella del mundo, pero no lo es. La perfección humana no existe, y por eso, la realidad de esta mujer, vestida con prendas volátiles y ajustadas, es que es una escultura.
Se ve tan real, que parece que estuviese viva. Es casi como esas estatuas de la Libertad que se ponen en la mitad de Times Square, Nueva York, y mientras uno va caminando cambian de pose y uno queda petrificado. Pero esta tiene la diferencia de ser justo al revés: es una escultura pero está tan bien hecha que asemeja a una mujer de verdad.
La obra es de la artista Lu Li Rong. Su talento ha cautivado al mundo por la perfección con que están hechas cada una de sus piezas, realizadas a base de arcilla, madera, cera y piedra.
Su inspiración la obtiene de lo Barroco y del Renacimiento, y sus trabajos favoritos son las mujeres. Tiene una técnica perfecta para realizar facciones idílicas y para crear el efecto de un delgado vestido apegado al cuerpo por el viento.