Ciudad de México
En el Estadio Olímpico Universitario la afición cumplió y el entorno fue inmejorable para paladear un buen partido de futbol, solo que en la cancha Pumas y América no se hicieron daño, y luego de protagonizar un duelo cerrado y de mucha intensidad, terminaron 0-0.
En otros tiempos el abucheo hubiera sido la respuesta inmediata del respetable, nadie se habría ido limpio, pero ayer fueron despedidos entre aplausos, porque si el gol no llegó fue por falta de tino, pero en cuanto a entrega y voluntad de ambos cuadros no hubo nada qué reprochar.
En lo que sí salió raspado el cuadro azulcrema fue en la disciplina, al minuto 88, el árbitro Luis Enrique Santander le mostró la roja a Matheus Uribe por una juego peligroso sobre Nicolás Castillo, ya que en su intentona por hacer una chilena acabó pateando en la cabeza al chileno.
En los primeros 45 minutos, el América mantuvo una fuerte marca sobre Castillo, excediéndose con el juego brusco sobre el andino. La defensa se replegó bien para no dejar pasar nada por las bandas y cuando Pumas tuvo un par de escapadas, no tuvieron la tranquilidad para definir al frente. Oribe Peralta también estuvo muy activo al frente, aunque con pocos balones a modo, perdonó dos veces y en el complemento el juego se cargó de lado de los locales.
América fue perdiendo gas, minado por el calor y el esfuerzo, pero sin ponérsela fácil a los Pumas. Sin embargo y a su manera, los universitarios le borraron la sonrisa al técnico americanista Miguel Herrera, a quien le cortaron su racha de 7 Clásicos capitalinos ganados al hilo.
EN CAMIÓN, 17 AÑOS DESPUÉS
Por primera vez en 17 años América arribó a Ciudad Universitaria en su camión oficial.
Para el juego de ayer, las Águilas, y luego de una promesa felina de seguridad total, dejaron de lado las camionetas en las que se trasladaban de su hotel a la cancha auriazul desde el 2001.
Ahora era el autobús el que esperaba afuera de la concentración, el cual una vez cargado con la delegación azulcrema partió alrededor de las 10 horas (acompañado de una caravana policial) a su destino.
Una vez en CU, lejos de preocuparse por la hinchada rival, las Águilas fueron arropadas por su propia afición.