Si alguien sabe de penales de máxima seguridad en el Cártel de Sinaloa, ese es Dámaso López Núñez, compadre de Joaquín El Chapo Guzmán.
“El Licenciado”, como le apodan, fue jefe en la Policía Judicial de Sinaloa, agente del Ministerio Público y subdirector de Seguridad y Custodio del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, justo cuando Guzmán Loera se hallaba interno.
Documentos judiciales de México y Estados Unidos muestran que uno de los lugartenientes de El Chapo es experto en penales de alta seguridad, por lo que pudo tener información privilegiada sobre sistemas de seguridad y vigilancia.
De acuerdo a testimonios recabados en la causa penal 16/2001-V del Poder Judicial, de la que EL UNIVERSAL obtuvo copia vía la Ley de Transparencia, López Núñez fue uno de los empleados del sistema penitenciario que el 19 de enero de 2001 le ayudó a El Chapo a escapar del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso).
Dámaso fue uno de los funcionarios que comenzó con la venta de privilegios que relajaron la disciplina del penal de Puente Grande y que finalmente concluyeron en la fuga de Guzmán Loera. Actualmente López Nuñez está libre y la PGR se niega a dar información respecto a si tiene o no alguna averiguación previa en curso o alguna orden de aprehensión, bajo el argumento de la “secrecía” de investigación.
En complicidad con él, El Chapo Guzmán y Héctor Luis El Güero Palma, introdujeron artículos no permitidos en sus estancias, como hornos de microondas y celulares. Además ingresaban alcohol, viagra, drogas y prostitutas, las cuales se quedaban con ellos en las celdas hasta por tres días mientras celebraban fiestas de cumpleaños.
Sobornos. En el expediente judicial se asienta “que el 90% de los trabajadores de ese reclusorio recibieron diversas cantidades que van desde doscientos cincuenta pesos por turno para los oficiales en prevención, los segundos comandantes por una mensualidad de nueve mil pesos y los comandantes de compañía recibían tres mil dólares mensuales; el subdirector de Seguridad Interna recibía cinco mil dólares al mes, dinero que era por los servicios a los mencionados (delincuentes)”.
“El Licenciado” era un conocedor del funcionamiento operativo y de corrupción del sistema penitenciario. El puesto de subdirector sólo estaba supeditado al del director del penal y formaba parte del órgano de gobierno.
El poder de López Núñez dentro de la estructura de Puente Grande le permitía ser uno de los candidatos a cubrir las ausencias del entonces director, Leonardo Beltrán Santana, cuando éste tuviera que faltar a sus labores.
Mientras ayudaba a Guzmán Loera a planear su escape de la prisión de máxima seguridad, El Licenciado participaba una vez a la semana en las reuniones presididas por el director, donde se tomaban decisiones trascendentales sobre los internos y el funcionamiento del reclusorio.
Dámaso era parte del Consejo Técnico Interdisciplinario conformado por las máximas autoridades, donde se resolvía la autorización de incentivos para el interno, se emitían opiniones sobre lo que planteaba el director y se autorizaban las visitas a los reos.
Esta junta de gobierno debía clasificar a los internos en dormitorio, módulo, nivel y estancia, y reclasificarlos de acuerdo a su tratamiento.
Unos meses antes de la fuga de El Chapo en 2001, El Licenciado renunció a su cargo el 30 de septiembre del 2000 pero siguió visitando al capo para ajustar los últimos detalles de su salida, se lee en los documentos obtenidos. Una vez afuera, Dámaso se pasó de lleno al Cártel de Sinaloa, donde aprovechó la amistad del líder para escalar posiciones y convertirse en una pieza poderosa de la organización.
Su crecimiento fue alertado por los Estados Unidos el 9 de enero de 2013, cuando la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC por sus siglas en inglés) calificó a López Núñez como “la mano derecha” de El Chapo y uno de las cabecillas más importantes. “La OFAC está designando al lugarteniente del Cártel de Sinaloa, Dámaso López Núñez, por su papel en las actividades de narcotráfico de Joaquín El Chapo Guzmán y por jugar un papel importante en el tráfico internacional de estupefacientes”, dice el comunicado.
En poco más de una década y media El Licenciado pasó de ser un servidor público especialista en la operación de penales con ingresos menores a los 10 mil pesos, a un capo internacional.
La historia del licenciado. El 16 de marzo de 1998, Dámaso comenzó a trabajar como subdirector de seguridad interna en el Centro Federal de Rehabilitación Sicosocial en Morelos. En los trámites de su ingreso informó que era pasante de la Licenciatura en Derecho, que estaba casado y que tenía tres hijos menores de 13 años. Al tiempo, uno de ellos, Dámaso López Serrano, ahijado de El Chapo, se convertiría en un joven líder de la droga bajo el apodo de El Mini Lic.
En un documento de la Dirección General de Prevención y Readaptación Social, de marzo de 1998, se detalla que su cargo sería de subdirector con un sueldo mensual de 9 mil 433 pesos.
Como parte de la información que entregó para ingresar al penal de Morelos se hallaba una constancia de la Universidad de Occidente fechada al 30 de enero de 1997, a fin de acreditar que cursó asignaturas hasta el doceavo trimestre de Derecho; de ahí apodo de El Licenciado.
Una vez que escapó El Chapo, se dictó orden de aprehensión en contra de López Núñez por el delito de cohecho y evasión de preso, pero ésta última fue negada ya que las autoridades ministeriales no pudieron presentar pruebas que demostraran que había participado activamente en la evasión.
Por el delito de cohecho se le dictó orden de aprehensión pero el ilícito prescribió y el 20 de abril de 2010 se canceló la acción penal.
Mientras en México era acusado, en marzo de 2013 la Oficina del Fiscal de los EU del distrito este de Virginia informó de una acusación en su contra por lavado de dinero y distribución de cocaína. De ser declarado culpable, Dámaso se enfrentaría a una pena máxima de cadena perpetua.