Si esto me pasara, lo primero que hago es quemar la casa. La otra opción es llamar a gente capacitada para que haga la precisa tarea de remoción de este enorme panal de abejas que estaba adentro de la muralla.
Las abejas estaban tan bien escondidas que ni el pesticida hizo efecto. Los dueños del lugar tuvieron que llamar a “The Bartlett Bee Whisperer” de Estados Unidos para que hiciera el trabajo con este gran palacio de miel.