Ciudad de México
Entre los ostiones en su concha, las mojarras a la diabla y las patadas voladoras se le va la vida a Black Fénix II.
En el día es mesero en la marisquería El Jarocho de la Nueva Viga y por las noches se enmascara para repartir candela sobre el cuadrilátero, de ahí que el olor a pescado y el dolor de sus rivales sean parte de una rutina diaria.
“Pásele mi amigo. Buena atención, buen servicio, se les atiende rápido y hasta les vamos a dar una cortesía”, son las palabras mágicas con las que invita a los comensales.
“Tengo familiares, por parte de madre y padre, que son luchadores, pero por el lado de mi esposa está Mascarita Año 2000, quien ha sido mi maestro y me impulsó a este deporte.
“Aprendí el oficio de mesero y después me adentré al mundo de la lucha libre. Llevo 12 años trabajando en la Nueva Viga y cuatro años azotándome en el ring. Soy rudo de corazón, aunque es más difícil satisfacer a los clientes porque hay algunos muy especiales, que nos exigen más y tenemos que atenderlos de la mejor manera para que se vayan contentos y regresen con nosotros”, explicó el rufián.
Prueba de ello, fue que de sorpresa les cayó Black Fénix I en el negocio y para ambientar el momento decidieron echarse unas norteñas para beneplácito de la clientela.
Y el dueño del Jarocho, Artemio Vázquez, y sus trabajadores no tuvieron empacho en echarse un par... de norteñas.