Ciudad de México
Estados Unidos puso su muro y México no pudo derribarlo.
No hay una victoria más placentera para el mexicano que contra los estadounidenses. No hay un partido más cargado de simbolismos, en el que el aspecto social a veces golea al deportivo; pero el Clásico de la Concacaf culminó 1-1 ayer en el Estadio Azteca.
La jornada comenzó con la hermandad entre ambas aficiones, unidas en su aversión hacia Donald Trump, y culminó con los estadounidenses festejando el punto y los mexicanos caminando cabizbajos.
El triunfo era un obsequio que Juan Carlos Osorio y el Tricolor se habían planteado para la afición, el detalle que faltaba para la total reconquista.
Pero Estados Unidos se atrincheró. Su propuesta futbolística contrastó con las partituras de Michael Bradley y Carlos Vela.
Si algo buscaban los visitantes era un gol tempranero, un error como el de Javier Hernández, que en su intento por retrasar el esférico simplemente asistió a Bradley, quien desde tres cuartos de cancha clareó a Guillermo Ochoa.
Lo curioso es que aun perdiendo, México ganó en la cancha cuando los jugadores gesticularon que había que tener calma, y en la tribuna cuando la gente lejos de apagarse ondeó con más energía las bufandas verdes y hasta resucitó el “sí se puede”.
Semejante serenidad sólo podía seguir un cauce, ése que nació en los guantes de Guillermo Ochoa, de ágil reacción para asistir a “Chicharito” (en un contragolpe), y el delantero le hizo un túnel a Kellyn Acosta antes de servir a Vela, que sembró a DaMarcus Beasley y al propio Acosta antes del zurdazo decisivo.
Fue la reconciliación del delantero con México. En la semana el jugador expresó su amor por el País, ayer besó el escudo en la celebración y fue bien correspondido porque la gente coreó su apellido.
Héctor Herrera manejó los hilos del Tricolor, pero faltó otro futbolista con la claridad que exhibió el del Porto, siempre pegándole de tres dedos al balón para que el efecto fuera hacia al ataque, en una clara declaración de intenciones. En el complemento reventó el travesaño, pero Bradley, ése mediocampista que tomó la estafeta de Donovan, respondió con un violento disparo al poste izquierdo.
Estados Unidos se alió con el reloj. Javier Hernández hasta le exigió al portero Brad Guzan el Fair Play para acelerar los despejes, pero su petición tuvo tanto eco como la del sonido local al pedirle a los asistentes que no gritaran el “ehhh...puto”.
En todos los desbordes por línea final, México evitó el centro por aire.
Quizá ese fue el último pecado, cuando la afición se levantó de las butacas para impulsar en el tiro de esquina al 93’, pero en el Tri prefirieron cobrar retrasado y ahí se acabó el partido.
El silbatazo final dejó a Estados Unidos con 8 puntos y a la Selección Mexicana con 14 unidades, en una noche que le exigió otros sprints camino al aeropuerto para abordar el vuelo a Amsterdam, la única escala antes de preparar en Kazán el debut en la Confederaciones contra Portugal.
FRENA A BRADLEY DEMASIADO TARDE
Anular a Michael Bradley fue la gran apuesta de Juan Carlos Osorio ante Estados Unidos.
Mientras los focos estaban puestos sobre Christian Pulisic, volante del conjunto de las Barras y las Estrellas, el estratega cafetalero reunió parte de su estrategia en dejar sin toques de balón al mediocampista del Toronto FC de la MLS.
Osorio tiró contra Estados Unidos, como ante Honduras, de un 4-3-3, pero que en esta ocasión intentara secar al ataque al capitán estadounidense.
De eso se encargaron principalmente Jonathan Dos Santos y Marco Fabián, quienes antes poco pudieron hacer cuando “Chicharito” perdió un balón a mitad de campo que el propio Bradley recuperó para marcar el primer gol de su equipo.
Tras el fallo, la aplicación de los tricolores fue total. Le desconectaron los circuitos a Bradley y justo ahí fue cuando los volantes, Pulisic y Paul Arriola dejaron sí quiera de tocar el balón.
Ya en la segunda parte Osorio optó por darle entrada a Javier Aquino en lugar de Fabián, provocando que Carlos Vela tomará el lugar del jugador del Eintracht Frankfurt, y que el volante de Tigres agarrara la banda derecha.
Tras una serie de intentos fallidos y de poca profundidad en los costados, Aquino cambio de lado con Hirving Lozano, quien lució perdido la mayor parte del encuentro.
Antes, Osorio dio entrada a Jesús Gallardo en lugar de Oswaldo Alanís, quien había sufrido por la lateral derecha a la hora de cubrir a Arriola.