Si se llega a pie o en coche a la Plaza Principal de inmediato queda uno cautivado con los olores y sabores que rodean alrededor, lo mismo se puede apreciar el aroma del queso, cecina y chorizo que se ofrece a través de viandas o las tlayudas que se preparan en la parilla, los curtidos y conservas revolotean en el aire y los paseantes no atinan hacia donde dirigir la mirada ante los coloridos puestos que llegaron provenientes de los estados de Oaxaca y Chiapas.
Como si el espectáculo culinario no fuera suficiente, por entre los pasillos se ofrecen muestras de nieve de múltiples sabores y creaciones de leche quemada, nuez, frutas, guayaba, coco y piña, una música atrayente que cautiva el sentido es interpretada con vehemencia por Alberto un indígena zapoteco que trae a vender sus instrumentos musicales elaborados con carrizo.
Es la muestra comercial de Oaxaca y Chiapas que llegó nuevamente a Reynosa, conquistando con sus mercancías lo mismo para consumir que para portar y hacer de un domingo o entresemana agradable y ameno a los reynosenses estresados por alertas y situaciones de riesgo.
Esta exhibición permite tan solo por unos momentos trasladarse a la región centro y sureste del país y abandonar la trivialidad de la rutina para degustar algo mas allá del pollo o la carne asada, gorditas o tacos, los menesterosos culinarios oaxaqueños parecen ejercer un embrujo al momento de elaborarse los platillos típicos, el mole que es la delicia y todo mundo desea probarlo y sentir en su paladar esa sensación entre amarga, dulce y picante.
Como abejas al panal las personas deambulan por las banquetas de la Plaza Principal recorriendo cada puesto, observando, apreciando y degustando todo cuanto sea posible, un año de espera y tener la oportunidad de experimentar nuevos aromas y sabores bien vale la oportunidad de lanzarse a la aventura, aunque sea por unos minutos.