Un golpe de Estado ha sumido esta noche a Turquía en una situación caótica. Sectores de las fuerzas armadas turcas se sublevaron para tratar de hacerse con el poder en el país y decretaron la ley marcial. El Ejecutivo intentó sofocar la revuelta y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pidió a sus partidarios que salieran a las calles para frenar la sublevación, como así comenzó a ocurrir. A través de la televisión se pudo ver cómo los golpistas comenzaban a ser detenidos y los militares eran expulsados del canal de televisión estatal desde el que estaban controlando la información.
El llamamiento de Erdogan, a frenar como fuera la asonada derivó en enfrentamientos a tiros en Ankara y Estamubul. La agencia progubernamental Anadolu informó que 17 policías de las fuerzas especiales fueron asesinados en una academia policía en Ankara. En esa misma ciudad varios tanques dispararon en las inmediaciones del Parlamento turco, según se pudo ver a través de la televisión, y un avión de combate utilizado por los golpistas fue derribado.
El Gobierno lanzó la ofensiva contra los sublevados y pidió ayuda de los ciudadanos, a los que animó a “saltar sobre los tanques”. La imagen de un hombre encarando a los tanques que avanzaban se hizo tremendamente popular en redes sociales. Las mezquitas llamaron también a los fieles a resistir el golpe. El centro nacional de inteligencia, cuando miles de personas salieron a las calles, dijo que el golpe había fracasado.
La asonada también tuvo un despliegue en Estambul, donde los fuerzas militares cortaron el acceso a los puentes sobre el Bósforo. Las redes sociales fueron bloqueadas y la televisión estatal dejó de emitir. La situación era de extrema confusión desde que esta noche el Gobierno denunciara la asonada.
Poco después de esa amenaza, los militares golpistas leyeron en la televisión pública un comunicado en el que aseguraban tener el control del país. Erdogan, a quien la crisis le sorprendió fuera de la capital, asegura que está regresando y que el golpe no va a triunfar. Lo ha hecho a través de un teléfono móvil que ha mostrado la cadena CNN turca. “Tarde o temprano será eliminado. Voy a volver a Ankara”, ha agregado el presidente.
El primero en reconocer que el Gobierno estaba intentado ser apartado del poder fue el primer ministro turco, Binali Yildirim. “Se trata de un grupo dentro del Ejército que se ha alzado”, dijo el jefe de gobierno, quien admitió que esos militares habían “rodeado algunos edificios importantes”. “Quienes lo han hecho pagarán un alto precio. No haremos concesiones en la democracia”, prometió Yildirim.
Los militares sublevados, desde el principio de la la sublevación, se hicieron con el control de la televisión, desde la que comenzaron a lanzar mensajes. Desde ahí anunciaban que decretaban el toque de queda y los aeropuertos quedaban clausurados.
Afirmaban que Erdogan era un “traidor”, y lo han acusado de haber establecido un “régimen autoritario del miedo”. Los militares sostenían que el país, a partir de ahora, sería gobernado por un llamado Consejo de Paz en Casa. Horas después, los golpistas fueron expulsados del lugar y el canal retomó su retransmisión con normalidad.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha llamado a evitar “cualquier violencia y derramamiento de sangre” en Turquía y ha declarado su respaldo al “Gobierno turco democráticamente elegido”. Rusia, por su parte, hizo un llamamiento en favor del respeto de la ley.