De acuerdo a datos del INEGI las mujeres que tienen hijos ganan menos que las que se encuentran solas o casadas pero sin menores, por lo que la brecha económica entre las féminas y el varón siguen estando muy lejos de alcanzarse.
Gaby Moreno Gil, abogada e integrante de la Asociación de Mujeres Profesionistas de Reynosa, dijo que el problema es una realidad, por lo que hay que seguir trabajando para poder obtener un salario con equidad.
“Principalmente el obstáculo como normalmente se le considera a los hijos no te da las oportunidades, no eres tan bien vista en los trabajos por tener hijos, el hijo de obliga a tener que salir de tu trabajo a las juntas a cumplir ciertas responsabilidades que también tiene que cumplir el hombre, pero por costumbre los cumple la mujer”, dijo.
En nuestro país hay 20.2 millones de mujeres trabajadores, de las cuales 14.9 son madres, las que ganan menos que las que no tienen hijos.
“Nos hace mucha falta por trabajar y se ha avanzado muchísimo pero nos falta todavía igualdad, la mujer necesita exigir y alzar la voz, son las principales herramientas, no quedarse calladas en las empresas, si no lo dices nadie se va a dar cuenta”, expresó.
Las cifras señalan que el ingreso por hora trabajada de una mujer con hijos es de 27. 5 pesos, mientras que la mujer casada y sin hijos gana 33.2 pesos, además de que un hombre casado obtiene un poco más que es 28.6 pesos.
Para la abogada integrante de AMPRAC, es importante que el Gobierno y la iniciativa privada, trabajen para poder otorgar mejores salariales a las mujeres.
“Se debe trabajar en la capacitación en el tema de recursos humanos, la ley no te dice quien debe ganar más o menos, la industria privada, generalmente los puestos gerenciales los tienen desempeñando los hombres y ellos tienen la total libertad de fijar los salarios, las cámaras con el gobierno y mujeres organizadas deben hacer notar y puedan llamar la atención y lograr la igualdad salarial”, argumentó la abogada.
Las mujeres deben alzar la voz para pedir mayor igualdad, a fin de corregir un problema que es añejo y que sigue afectando a las mujeres del país.