A la señora Josefa N, no la echaban de menos en su hogar, porque con frecuencia acostumbraba salirse y durar entre dos o tres días fuera con el afán de satisfacer sus adicciones.
Por eso su esposo no la buscó durante las primeras 24 horas, pues esperaba a que regresara cuando se cansara de vagar, como siempre lo hacía.
El hombre ya se había acostumbrado a ello, porque a decir de él, mientras permanecía en su hogar era una madre cariñosa y cuidadosa de sus dos hijos, procreados durante el matrimonio.
Él se salía a trabajar y como ganaba poco, no le alcanzaba para pagar quien cuidara a sus hijos, por eso decidió tolerar las ausencias de su cónyuge, sin averiguar donde andaba, para evitarse problemas en la pareja.
Pero el ayer, el esposo de Josefa se dio cuenta que la habían encontrado muerta en el canal Rodhe cerca del fraccionamiento Las Palmas y acudió ante las autoridades ministeriales para reclamar su cuerpo y darle cristiana sepultura.
Aun cuando en principio se suponía que había muerto por golpes, las autoridades descartaron tal posibilidad porque en la autopsia se comprobó que su muerte fue de asfixia por inmersión en el agua.
Presentaba un ligero golpe en el mentón, pero la herida era muy simple y en cambio los signos mortales eran los característicos de una muerte por asfixia.