A sus 43 años y tres meses, Oscar Pérez implantó ayer un récord que será muy difícil de superar por cualquier jugador.
El portero del Pachuca se convirtió en el futbolista más veterano en disputar una final en el futbol mexicano. A pesar de que muchos lo retiraban tras el Mundial del 2010, el “Conejo” tiene cuerda para rato, al menos para el año que le resta de contrato.
El clima pareció jugarle una mala pasada, pero tuvo fortuna ya que contó con la solidez de su aparato defensivo.
Al “Conejo” le bastó con estar bien concentrado al recorrer su área. Cortó bien los centros por aire y fue un referente que le otorgó seguridad a la defensiva.
Pero quizá lo más importante fue la seguridad que le dio a sus compañeros, como cuando platicó con Jorge Hernández y lo tranquilizó en pleno asedio del Monterrey o cuando le pegó un grito oportuno a sus zagueros tras un despiste que por poco les cuesta el gol de Rogelio Funes Mori.
“La lluvia hizo mucho más dinámico el partido y al final eso nos sirvió porque tuvimos oportunidades para hacer un gol más. Ellos no nos quisieron dejar espacios porque si lo hacían íbamos a ser muy peligrosos.