Los panteones son en estos días puntos de encuentro y asistencia democrática sin distingo social, asisten los deudos de aquellos que pasaron a mejor vida y que hoy convocan la comparecencia de quienes heredaron su recuerdo. Aquí la coincidencia principal que todos comparten es la fe en una tradición que data de la época prehispánica y la esperanza de que los difuntos descansen en la eternidad.
Las historias de los visitantes a los panteones se van entrelazando, desde aquellos que visitan a los abuelos, padres, hermanos o amigos y que nuevamente han venido al lindero de la vida y la muerte para volver a recordarlos.
La familia de Sanjuana Avendaño, acude cada año en esta temporada de Día de Muertos para recordar a su marido (Gonzalo) y sus padres que están sepultados en el Panteón Municipal, añosa de edad, es acompañada por sus hijos y nietos, y traen provisiones alimenticias para comer juntos y compartir con sus difuntos a quienes ponen al corriente de las ultimas novedades y acontecimientos en la familia.
Las tribulaciones cotidianas se dejan momentáneamente, aquí no hay razón ni justificante de traer y preocupar a los difuntos con asuntos mundanos, es momento de compartir, llorar, recordar y volver a sonreír con esperanza de volverse a reencontrarse nuevamente.
Sanjuana Avendaño trae a su familia para que los chicos aprendan desde hoy la importancia de conservar el recuerdo de los fallecidos y mantener la tradición de regresar a rendirles respeto.
No son pretensiosos en la convivencia con sus difuntos, traen los alimentos que les agradaran en vida, huevo en salsa, tortillas de harina, frijoles, y claro esta cafe y cerveza o tequila para que los seres amados regresen al descanso alegres y bien atendidos.
A unos metros, por entre las tumbas se encuentra una pareja de jóvenes, vienen a visitar a uno de sus hijos que a los pocos meses de edad una enfermedad devastadora acabo con sus días. Traen muñecos y juguetes, así como flores para prodigarle el amor y cariño que hubiese tenido en vida.
Nadie es ausente al anhelo de que los difuntos hoy se sientan amados, recordados, apapachados y en especial que no se olviden que acá en el mundo de los vivos se les añora y solo por hoy las historias se entrelaza como un punto de reflexión para volver mañana nuevamente a la rutina cotidiana y dejar a los difuntos seguir descansando en paz.