La mariguana es la droga ilegal más consumida en todo el mundo y la que más ha crecido en las últimas décadas. Para ayudar a valorar sus efectos sobre la salud, el investigador Wayne Hall, de la Universidad de Queensland, en Australia, ha realizado una revisión de los resultados de los estudios en torno al consumo de cannabis durante los últimos veinte años.
Entre los resultados de este repaso a la ciencia del cannabis, que se publica en la revista Addiction, hay alguno que puede resultar evidente. Por ejemplo, que conducir intoxicado por haber fumado mariguana dobla el riesgo de tener un accidente de tráfico. No obstante, Hall apunta que en “muchos de estos estudios una proporción sustancial de los conductores con cannabis en su sangre también tenían niveles elevados de alcohol, haciendo difícil distinguir entre los efectos de el cannabis y del alcohol en el riesgo de accidente”.
Otro de los efectos negativos de la mariguana afecta a las embarazadas. Varios estudios epidemiológicos han visto una relación entre el consumo de esta sustancia y un peso reducido de los niños en el momento del nacimiento. En este mismo terreno, aunque algunos estudios habían observado anomalías en el desarrollo de niños cuyas madres tomaron cannabis durante el embarazo, estudios posteriores no han logrado establecer un vínculo sólido entre los dos hechos.
Como con cualquier droga, una de las principales preocupaciones sobre su uso es la adicción. En el caso del cannabis, se calcula que el 10% de las personas que lo consumen desarrollan dependencia. Esta cifra se incrementa a un 16,5% para quienes empiezan a tomarlo durante la adolescencia. Estos datos indican que el cannabis es menos adictivo que otras sustancias de uso frecuente, como la nicotina, que tiene una tasa de adicción del 32%, la heroína, que tiene un 23%, la cocaína, un 17% y el alcohol un 15%. A diferencia de muchas de estas drogas, el cannabis no produce sobredosis mortales.
Respecto al tratamiento de la adicción, los consumidores de cannabis que buscan ayuda para dejar el hábito muestran menos efectos adversos sociales y para la salud, aunque el éxito en el proceso de desintoxicación suele ser similar al de los alcohólicos.
El análisis de Hall también se ocupa de la relación entre el consumo de mariguana y el riesgo de sufrir psicosis. Según su revisión, el uso habitual de cannabis dobla este riesgo, especialmente si se tiene familiares con trastornos psicóticos y si se comienza a fumar mariguana durante la adolescencia. También se ha observado que el uso regular de cannabis durante la adolescencia está relacionado con el doble de posibilidades de sufrir esquizofrenia. No obstante, Hall reconoce que algunos autores consideran que no está claro que haya una relación causa-efecto.
Relación causa-efecto
Por este mismo motivo, aunque se ha observado que los adolescentes que toman mariguana tienen peores resultados académicos y tienen más probabilidades de consumir otras drogas ilegales, no se puede afirmar que estos últimos efectos sean causados por la sustancia. Otro de los efectos del consumo habitual de mariguana durante la adolescencia y la juventud son trastornos cognitivos, aunque los mecanismos que causan estos trastornos y la posibilidad de que sean reversibles si se deja de tomar la droga no están claros.
Manuel Guzmán, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides, afirma que el principal riesgo del consumo de cannabis, “sobre todo en la adolescencia, son algunos trastornos psiquiátricos y en particular los psicóticos”. Además, puntualiza que los efectos de la mariguana dependen de su composición. “La más fuerte, que tiene más THC (el tetrahidrocannabinol es el principal elemento psicoactivo del cannabis), que es más psicótico y tiene menos CBD (cannabidiol), que es antipsicótico, tiene más riesgo”, explica Guzmán.
Sobre la dependencia, Guzmán asegura que quién es adicto al cannabis “está peor establecido que con otras sustancias y suele ser más reversible que con otras drogas”.¿Y cómo se traduce esta riqueza en su composición nutricional en beneficios para nuestra salud? Tal y como explica la nutricionista, comer semillas de sandía “es una buena manera de aumentar las proteínas vegetales en nuestra dieta”, como refrenda la publicación International Journal of Agronomy and Agricultural Research. “Esto ayuda a mantener la masa muscular, además de aportar grasas saludables que tienen la capacidad de regular el colesterol en sangre”, asegura la experta.