Anécdotas/Primera parte
Con esos vestidos entallados que realzaban su curvilíneo cuerpo, María Victoria provocó los suspiros de los caballeros, que no se quedaban con las ganas de gritarle piropos cuando la veían cantar en algún centro nocturno de los 50.
Pero esa mujer bajita de estatura, de tez morena y cabellera abundante decidió demostrarle al mundo que no sólo era sensual, sino que también tenía talento.
“Me acuerdo que cuando debuté en El Patio me sacaron tres veces del camerino con los aplausos, me pedían que volviera porque la gente morbosa quería ver si traía postizos”, recuerda María Victoria entre risas.
“Decían que yo cantaba así (de pujidito) porque andaba muy apretada del estómago o que tenía una pierna de palo, que el pelo era postizo, que hasta los dientes eran falsos. Me hacían sentir que llegaba a mi casa y me desatornillaba para acostarme”.
Muchos le gritaron piropos como “estás bien buena” o “cántanos de espaldas”, porque querían verle su bien delineado cuerpo, cualidad que aunada a sus vestidos ceñidos le hicieron ganarse el mote de “La Sirena Mexicana”.
“Ya no sabía si en realidad yo gustaba por mi forma de cantar o de vestir”, agrega la actriz de 82 años.
Pero pronto se ganó el cariño de todo el público no sólo como cantante, también como actriz llegó a dominar tanto el drama como la comedia, donde hizo personajes que dejaron huella dentro de la televisión, como el de “Inocencia” en La Criada Bien Criada (1972), que duró siete años al aire.
TODO EMPIEZA EN MONTERREY
“Yo inicié mi carrera en Monterrey, me fui para allá a los 6 años de edad, con mi hermana Esperanza, quien bailaba en un ballet. Nos quedábamos en una casa de pensión con mi mamá.
“Ella trabajaba en el Lírico y yo me iba a una carpa que se llama Salón México, a donde iba a ver tres funciones por un solo boleto, ahí conocí a varios artistas”, expresa.
Tenía 11 años de edad cuando comenzó a cantar en la carpa de Luis Arcaraz, donde también tocaba el trío Las Rejas de Chapultepec.
“Como le caí muy bien al público, Luis me dijo que me fuera a trabajar en las noches, que me maquillara tantito.
“Yo estaba tan emocionada, que me hice unos pintados que hasta me raspé la ceja horrible, me pinté los labios muy fuertes y cuando llegué, no me dejaron trabajar porque era menor de edad, así que me regresé del Salón México a la carpa”.
Pronto, el empresario Paco Miller la contrató y la llevó a las giras que realizaba por toda la República.
“Empecé ganando 3 pesos, estaba muy emocionada porque yo quería ayudarle a mi mamá. Todos los que trabajábamos ahí estábamos muy necesitados, como Meche Barba, que su papá era carpero y ella cantaba; Gloria Marín también era carpera y su mamá la acompañaba en el piano.
“Ahí andaba también Resortes, Borolas, Pedro Infante, todos empezamos por pobreza”.
La originaria de Guadalajara poco a poco fue adquiriendo fama y empezó a cotizarse.
Después de 11 años de trabajar con Miller, fue contratada por la empresaria Margo Su y su esposo, dueños del Teatro Margo, en el DF.
“Ahí me daban 50 pesos, con eso vivíamos; pagábamos la comida corrida al mediodía, la cena y todavía me quedaban como 10 o 20 pesos, la mitad era para mi mamá y la otra mitad para mí.
“Era difícil de todas maneras porque había que estrenar vestuario en el teatro todos los viernes, eso era costoso, pero después ya me contrataron para trabajar en radio en la XEX”.
Cuando empezó a ganar 300 pesos, por consejo de Pedro Vargas, quien le llamaba “Mariquita”, decidió abandonar el hotel y mudarse a un departamento amueblado que le ofreció Margo Su por 7 mil pesos.
“Después empecé a juntar para mi casita y ahí ya venían a pasar las vacaciones mis familiares”, comenta con esa voz pausada como se le caracteriza. (México, D.F.)