México, D.F.
La depreciación del peso en su baile cambiario con el dólar y el desplome del petróleo han provocado una fuerte reducción del volumen de reservas de México. A una semana de cerrar el año, el colchón ha adelgazado en 16.886 millones de dólares con respecto a 2014, según el último estado de cuenta semanal publicado por el Banco de México.
A falta de conocer la fotografía de la última semana, las arcas mexicanas registran la mayor caída en 21 años.
Hay que remontarse a 1994 para encontrar una disminución tan severa. En aquel año convulso para México, los motivos se escondían detrás de la inestabilidad política provocada por el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, que serviría a su vez de antesala para el pinchazo de la burbuja de crédito y la fuerte crisis financiera de mitad de la década. El panorama, en todo caso, no es comparable ya que en términos relativos, la disminución interanual de reservas representa ahora apenas el 10%, mientras que la caída del año 1994 supuso una diferencia del 76%.
El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, que ha elevado recientemente las tasas de interés en una respuesta casi automática al alza de tipos en Estados Unidos, no tiene entre sus focos de preocupación el nivel de reservas internacionales.
Los 176,000 millones de dólares con los que aproximadamente cerrarán las arcas mexicanas este año duplican el monto de hace una década. Con este colchón, que en cada intervención pública se afana en calificar como “adecuado”, Carstens ha impuesto una política intervencionista en el mercado cambiario a través del bombeo periódico de dólares para garantizar la liquidez y taponar la hemorragia de la divisa mexicana.
El peso, como el resto de monedas de economías emergentes, acumula una fuerte depreciación en lo que va de año –más del 20%– debido a la progresiva recuperación de la economía estadounidense. El último pico se registró a mediados de este mes, cuando agravada a su vez por la caída a plomo del precio del petróleo, la paridad se situó en 17.65 pesos por cada billete verde.
México lleva meses inyectando dólares en el mercado a través de subastas especiales y a tipos más bajos con la esperanza de que a mayor oferta, la presión cambiaria se suavice. La iniciativa, que no es nueva, ha logrado amortiguar levemente el golpe a costa de reservas por valor de 24,000 millones de dólares, según los cálculos de la casa de análisis GBM. Las previsiones apuntan en todo caso a una larga temporada de dólar caro y peso barato
El segundo motivo para la pronunciada caída de reservas es el desplome del precio del crudo, que ha estrangulado a Pemex justo en el año de la apertura del sector energético mexicano a manos privadas. La petrolera estatal, que atraviesa el peor bache de su historia, es tanto la principal fuente de financiación pública –más de un tercio de los presupuestos del Estado provienen del crudo– como de acumulación de reservas.