“Nos vamos a meter en el planeta con los niveles de radiación más terroríficos del Sistema Solar”. Así resume Heidi Beck el reto que va a afrontar junto al resto del equipo de la misión Juno en un par de semanas. El próximo 4 de julio, EE UU quiere celebrar el día de la independencia llegando a Júpiter con esta nave, diseñada por la NASA para ser la que más se acerque al temible gigante gaseoso. Con más de 300 veces más masa que la Tierra, Júpiter es el mayor planeta del Sistema Solar y también uno de los más peligrosos. Este mastodonte da una vuelta sobre sí mismo cada 10 horas, lo que contribuye a generar un descomunal campo magnético en el que los electrones quedan atrapados y funcionan como balas para cualquier cosa que se le acerque. Juno será la primera nave en orbitar el planeta sobre sus polos y puede resolver preguntas claves sobre el origen del Sistema Solar y también sobre la formación de la Tierra.
“Júpiter es clave, fue el primer planeta que se formó en el Sistema Solar, es el primer paso hacia nosotros”, dice Scott Brown, investigador principal de Juno. El equipo ofreció el pasado jueves una rueda de prensa para presentar las novedades de la misión.
El interior de este planeta y su origen sigue siendo un misterio cuatro siglos después de las primeras observaciones científicas del planeta que hizo Galileo. Júpiter alberga más materia que todos los demás planetas, asteroides y cometas juntos. De hecho, es más parecido a una estrella, pues sus dos componentes principales son el hidrógeno y el helio, igual que el Sol. “Júpiter absorbió la mayoría de los restos de gas y polvo que quedaban tras la formación del Sol y después se formaron el resto de planetas, es decir, nosotros, la Tierra, somos las sobras de las sobras del Sistema Solar”, explica Brown.
La nave tiene prevista su llegada a las 20:35 del 4 de julio hora del Pacífico [nueve horas más en la España peninsular]. A partir de entonces comenzará a orbitar el planeta con el objetivo de estudiarlo durante algo menos de dos años.
Una de las mayores preguntas que se propone responder la misión es si, tras la espesa atmósfera de este gigante gaseoso, más allá de su capa intermedia de hidrógeno líquido, hay un núcleo hecho de elementos pesados, los ingredientes básicos con los que se formaron la Tierra, Marte y el resto de planetas rocosos.
Júpiter encierra muchas más claves para entender por qué el Sistema Solar es como es. Poco después de su formación es posible que Júpiter migrase como una enorme bola de demolición que habría destruido los primeros embriones de planetas rocosos, pero también haciéndolo habitable. Hay expertos que piensan que su núcleo está desapareciendo lentamente y que, para cuando llegue Juno, podría haber desaparecido por completo. Y, más allá, este planeta es clave para entender la evolución de la mayoría de planetas que se han descubierto más allá de nuestro Sistema Solar, ya que también son gigantes gaseosos.
A por el récord
“Vamos a mirar dentro del planeta y ver su composición”, señala Scott. Si en efecto hay un núcleo sólido, esto “quiere decir que ya había rocas antes de que hubiese planetas en el Sistema Solar y que Júpiter comenzó a formarse a partir de ellas”, explica el científico. La otra posibilidad es que el corazón del planeta esté vacío y, por tanto, sea más parecido a una estrella. “Gracias a Juno vamos a saber cuándo, cómo y dónde se formó este planeta”, asegura Brown. Uno de los análisis claves será la búsqueda de oxígeno, el tercer elemento más abundante en el universo. Los instrumentos de la misión también rastrearán la presencia agua.
La única misión anterior que ha orbitado el planeta fue Galileo, que completó 11 órbitas en torno al ecuador del planeta hace ya más de una década. Juno tiene previsto hacer 37 aproximaciones y acercarse hasta 4.667 metros sobre las nubes, pulverizando el récord actual de cercanía a este planeta, que fijó la nave Pioneer 11 en 1974 con un sobrevuelo a 43.000 kilómetros. Gracias a esto, la Juno fotografiará por primera vez los polos del planeta y tomará las imágenes de mayor resolución de su superficie que se han obtenido nunca.
En las capas intermedias de Júpiter hay tanta presión que el hidrógeno se vuelve líquido y se comporta como un metal, lo que crea un campo magnético 20.000 veces más potente que el de la Tierra, dominado por un enjambre de electrones disparados a casi la velocidad de la luz que acribillarían la nave hasta reventarla. Para evitarlo, la sonda lleva un “chaleco antibalas”: un gran escudo de titanio que reduce 800 veces el nivel de radiación, dice Beck.
Lo más vistoso de la nave, del tamaño de una cancha de baloncesto, son sus tres paneles solares capaces de hacer funcionar todos los instrumentos “con la energía de apenas dos bombillas”, según los responsables de la misión. De hecho, esta es la primera misión a Júpiter que depende solo de la energía solar.
Terminada su misión científica, que durará 20 meses, la nave se sumergirá en la atmósfera de Júpiter en una ruta suicida hasta que las enormes presiones la aplasten por completo.