Autoridades de Tamaulipas y Nuevo León se movilizaron tras circular en redes sociales que en la garita del kilómetro 30 de la carretera a Monterrey se había registrado un hecho sangriento, con saldo de un muerto a balazos.
De Reynosa salieron policías investigadores adscritos a la Unidad General de Investigación en turno, con peritos de la PGJE y personal de los Servicios Médicos Forenses.
En principio les había llegado una información errónea que señalaba la colonia Loma Real como el escenario de los hechos. Pero más tarde se rectificó y los ubicaron en la antigua garita del KM 30.
Efectivamente, a unos cuantos metros de la clausurada garita aduanal, en la banqueta de una tienda de conveniencia, se encontraba tendido el cuerpo de un hombre como de 45 a 50 años, el cual había sido cubierto con una sábana y algún automovilista colocó una veladora de San Judas Tadeo a un costado.
Al indagar se dieron cuenta que el fallecimiento del hombre no había sido a consecuencia de ningún atentado a balazos. Se trataba de “El Jimmy”, un indigente que por más de 10 años se había mantenido de la caridad humana.
Frente a la garita y en la tienda de conveniencia, limpiaba vidrios ganándose la propina, que más que nada le servía para comprar vino barato y satisfacer sus adicciones etílicas.
La muerte de “El Jimmy” se registró a eso de las 3:00 horas de ayer, pero hasta las 11:30 horas arribaron de General Bravo y Cadereyta, autoridades investigadoras que se encargaron de dar fe y practicar las diligencias correspondientes, previas al levantamiento del cadáver.
Mientras arribaban las autoridades nuevoelonesas, elementos de la Policía Federal (División Caminos), permanecieron en el lugar resguardando el área y las evidencias que en ella se encontraban. Mientras que los investigadores tamaulipecos tuvieron que regresar sin intervenir en el caso, por cuestión de jurisdicción, pues correspondía a las autoridades del estado de Nuevo León.
LO DEJAN MORIR
“El Jimmy”, desde el pasado miércoles sufría la crisis de sus padecimientos derivados del alcoholismo, sin embargo se negaba a que lo atendieran. En dos ocasiones, horas antes de su muerte, paramédicos de la Cruz Roja de General Bravo, acudieron para atenderlo, pero se les bajó de la ambulancia, según testigos, argumentando que no quería que lo llevaban a Monterrey. Luego fueron paramédicos de Protección Civil de Reynosa y de igual forma se negó a que lo trasladaran a una institución médica.