Un civil que era perseguido por sujetos armados buscó un refugio y escogió el domicilio de un humilde matrimonio, provocando que la vivienda ubicada en la calle Compartir 338 fuera rafagueada, sin que sus moradores supieran lo que estaba sucediendo a eso de las 7:15 horas.
Miguel Ángel Tapia Tlelo, de 66 años y María Elena Cruz, de 60, apenas se disponían a abandonar su lecho, cuando escucharon fuertes ruidos en el exterior, pero no se explicaban lo que estaba sucediendo, sino hasta que ella se sintió herida en un hombro y empezó a sangrar.
Don Miguel, aún así no se explicaba el porque su casa estaba siendo balaceada y a gritos preguntaba a los vecinos sobre lo que estaba sucediendo, pero nadie le contestaba.
Pedía auxilio, al ver que su esposa desangraba, pero todos tenían temor de correr la misma suerte, por lo que el humilde matrimonio permanecía virtualmente abandonado a su suerte. Veían como las balas rompían cristales, destrozaban muebles, por lo que él le pidió a su esposa herida que se tirara al suelo, mientras pasaba todo.
Cuando la calma volvió, con temor salieron al patio y vieron que la camioneta Nissan 79 estaba toda perforada con los cristales destrozados y las llantas ponchadas.
Tapia pensó en trasladar a su esposa a un hospital en su camioneta, pero con desaliento y aterrorizado vio que estaba bastante averiada y desistió.
Pidió a los vecinos, pero nadie se atrevió a tenderles las mano, por temor, tal vez pensaron que el problema era con ellos y no quisieron correr el riesgo.
Pero cumpliendo con el deber de esposo, don Miguel cogió la mano de su esposa herida y a pie siguieron hasta donde pasa la pesera y a bordo de un vehículo del transporte público la llevó hasta el hospital General.
CON UNA INYECCIÓN
María Elena, fue examinada por médicos del Hospital Civil, quienes únicamente le aplicaron una inyección para calmar el dolor y le dijeron que el proyectil no se lo podían extraer y que ahí se lo dejarían para que solo saliera de su cuerpo.
Así, con el proyectil o esquirla en su cuerpo se trasladaron hasta el Centro Integral de Justicia para presentar la denuncia.
Con la intervención de funcionarios de la PGJE y del centro de Atención a Víctimas el matrimonio empezó a recobrar la confianza en las autoridades.
Se integraba la carpeta de investigación y su caso se canalizaría hacia el área donde podrían recibir el apoyo que requerían, tanto para que se le atendiera en cuanto a la herida, como para reparar los daños que sufrió su domicilio.