Las Vegas, EU
Porque en La Ciudad del Pecado la noche del sábado no todo fue la pelea entre Saúl “Canelo” Álvarez y Gennady Golovkin, que finalmente terminó en empate.
Entre la variedad de actividades estuvo el concierto que ofreció el español en el The Colosseum del Caesars Palace, como parte de la celebración de la Independencia de México.
Fue un show poco común porque el hijo de Julio Iglesias dedicó más tiempo a animar al público e interactuar con el que realmente a cantar.
Porque desde que salió al escenario, una hora después de lo programado, el cantante lució muy efusivo, corría por el escenario, jugueteaba con los micrófonos o trataba de que las aproximadamente 4 mil personas que asistieron a su show cantaran y se pusieran de pie.
Todo eso lo combinó con momentos en los que interpretó con ayuda de sus músicos, como en “I’m a Freak”, la primera de la noche. O en ocasiones en las que apenas articulaba las palabras de “Del Corazón”.
Pero nada de eso evitó que recibiera el aplauso del público, mujeres en su mayoría. Gran parte de ellas, latinas, aunque también anglosajones y de otras partes del mundo.
“Muchas gracias por estar aquí. Como muchos de ustedes saben hay una pelea que se está llevando a cabo, como a unas cuadras de aquí, que probablemente está mucho más entretenida que este show”, expresó el artista en inglés.
Su falta de canto fue recompensada con algo que al público le pareció más atractivo: Su calidez. Porque Enrique por instantes lució eufórico.
Respondió a las decenas de manos que trataban de alcanzarlo desde las butacas, regaló un par de besos a algunas de sus fans, se subió a lo asientos, corrió, se dejó abrazar por aquellas que lograron llegar a la orilla del escenario, escapando de la gente de seguridad.
Bueno, hasta se tomó selfies y regaló tragos de tequila.