Si bien desde hace algunos años es mayor la presencia de las mujeres en roles laborales, aún no es posible desarraigar la creencia de que, para ser una buena mamá, debemos ser una “súper mamá”; es decir, desempeñar personalmente una serie de funciones que implica ser una madre trabajadora, incluso dejando de lado nuestro propio bienestar.
Patricia de la Fuente, directora de Servicios Educativos para el Desarrollo Infantil (SEDI), menciona que, como mamás trabajadoras, lo mejor para nuestros hijos es que compartamos con ellos lo mejor de nosotros, ya que la tranquilidad y el bienestar se contagia y se percibe esencialmente a través del lenguaje no verbal, lo que sumará una serie de experiencias positivas a su educación y desarrollo.
Una de las características del ritmo de vida actual es la cantidad de tareas relacionadas con el trabajo y el hogar, así como la tendencia permanente hacia la autoexigencia, mediante conceptos como “mamá multitask”.
Aunado a esto, es común que las mamás trabajadoras enfrenten sentimientos de culpa por salir a trabajar, mismos que a decir de la maestra María Isabel Caldú, académica de asignatura del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana, la culpa está relacionada con una neurosis provocada por no cumplir con las expectativas sociales.
Sin embargo, una de las características de las nuevas mamás, pertenecientes a la generación millennial, es la tendencia a equilibrar las responsabilidades profesionales con las familiares (Encuesta Milennials Deloitte 2017).
En ese sentido Patricia de la Fuente, especialista en educación infantil con más de 40 años de experiencia, nos comparte algunas estrategias para atender aquellas responsabilidades de la maternidad y la carrera profesional, sin descuidar tu propio bienestar en pro de una relación armónica con tus hijos.
1.- Crea redes de apoyo. Si bien una de las principales causas del sentimiento de culpa se origina por no poder ocuparse personalmente del cuidado de los niños, esta situación aminora en la medida que entiendas que los niños son los primeros beneficiados de formar parte de un centro educativo durante sus primeros años de vida. Por eso es primordial elegir un modelo integral de desarrollo, que comparta tus valores familiares y que esté compuesto por un equipo profesional capacitado para enriquecer la educación de tu hijo.
Por otro lado, es importante contar con algunos familiares en quien sea posible respaldarse para el cuidado de los niños en caso de que, en alguna circunstancia, ninguno de los papás pueda hacer esa labor, es importante para la tranquilidad de la familia, siempre y cuando no se olvide de que la educación de los niños es responsabilidad directa de los papás.
2. Define tareas del hogar y la crianza de forma equitativa con tu pareja. Para esto es importante considerar las habilidades e intereses de cada uno para contribuir en los deberes del hogar y poder disfrutar de momentos juntos. Esto permitirá que los niños reciban un mensaje de colaboración y cooperación que le hará ser consciente de que en cualquier grupo social existen acuerdos a cumplir para convivir mejor.
3. No descuides el tiempo para ti y el tiempo para estar con tu pareja. Tener claro que cada uno de los papás necesita tiempo para sí mismos. Designar tiempos para dedicarse al desarrollo personal es un aspecto importante para el bienestar. En este caso, es necesario ser empáticos con los intereses de cada uno y respetar los espacios para el desarrollo de dichas actividades personales necesarias para el bienestar de las personas.
Además, asignar y dedicar tiempo para la convivencia en pareja. Si bien cuando se tiene niños en un hogar donde ambos papás trabajan, el ajetreo del día a día puede llegar a restringir el tiempo para la convivencia en pareja, es necesario procurar espacios para organizarse entre adultos, pero también para disfrutar de ratos juntos y reforzar lazos.
4. Vigila el significado de tiempo de calidad. Como mamás trabajadoras es muy fácil confundirnos con el concepto de tiempo de calidad, ya que podríamos dejarnos llevar justamente por la culpa y ser sumamente permisivas mientras estamos con nuestros hijos, como una búsqueda de compensación del tiempo en que no estuvimos.
Sin embargo, no debemos perder de vista que las experiencias más productivas están en marcar límites sanos a nuestros hijos. Este aspecto sumamente importante y que muchas veces se pierde de vista los fines de semana o en vacaciones, donde solemos complacer a los niños en todos sus deseos, mientras perdemos la oportunidad de prepararlos ante la frustración.
5. Procurar un ambiente tranquilo dentro de tu hogar. Observa el nivel de ruido y confusión que sin querer se ha creado en tu hogar e identifica elementos que se puedan eliminar. Por ejemplo, no es necesario encender el televisor al llegar a casa. Intenta mejor dedicar esa atención a escuchar a tu familia. Evita situaciones de conflicto o momentos tensos. Por ejemplo, organiza cada actividad, como surtir la despensa para evitar alargar cada día con compras de última hora.
Apóyate en la tecnología para organizar tus compras y trámites. Existen diversas aplicaciones para hacer listas de compras, calendarizar pagos y agendar recordatorios, entre otras posibilidades.
6. Practica el arte del acuerdo. Cuando negociamos con niños les ayudamos también a desarrollar habilidades para lograr acuerdos. En lugar de ver cada conflicto como un trago amargo, aprovechémosla para negociar y acordar algo. Una vez llegado a un acuerdo, las consecuencias deben cumplirse para que los límites sean claros, exista certidumbre y disminuya la necesidad de negociar lo mismo una y otra vez. La consistencia de manejar conflictos como oportunidades y retos en lugar de obstáculos, les ayudará a manejarse con mayor confianza y tranquilidad.