Por ir tomando conduciendo lo deportan de EU

Tenía empleo seguro y casa, pero se le ocurrió comprar cerveza y lo ‘ganchan’ manejando, terminando su recorrido en México

Cinco años de permanencia en Estados Unidos sin ningún problema se vinieron abajo cuando a Gerardo, de 55 años, indocumentado, se le ocurrió tomarse una cerveza mientras conducía, luego de salir del trabajo.

Tomar “una cervecita no tiene nada de malo”, expresa Gerardo, lo malo es que lo hizo cuando manejaba de regreso a casa y fue sorprendido por un oficial de Policía.

Tenía empleo seguro, a nueve dólares a la hora, en un centro de trabajo donde por lo general no se presentan agentes de inmigración realizando razias de indocumentados, y si se llegaran a presentar es fácil eludirlos, comenta Gerardo.

Dijo que ese clima de tranquilidad en su fuente de trabajo le provocó exceso de confianza pese a ser indocumentado, por lo que en los últimos meses le había dado por tomarse unas cervezas con los compañeros al terminar la jornada laboral, sin embargo nunca lo había hecho mientras manejaba.

Gerardo relata su experiencia mientras permanece en las oficinas del Instituto Tamaulipeco del Migrante (ITM), a la espera de ser trasladado a Guerrero, su estado de origen.

Lamenta haber caído en ese exceso de confianza, pues descuidó por completo las medidas de seguridad que antes tomaba, precisamente por su situación de indocumentado, en un país donde se endurecieron la acciones contra la inmigración ilegal.

“Esa tarde hacía mucho calor y sin pensarlo dos veces, bien confiado, lo que nunca había hecho antes, compré una cerveza, solo una, para echármela en el camino”, relata el repatriado.

Apenas le estaba dando el tercer sorbo a la cerveza cuando Gerardo se quedó helado al ver una patrulla cercana. De inmediato bajó el bote y nervioso trató de continuar su camino, como si nada, pero el agente alcanzó a ver el movimiento impulsivo de Gerardo y su olfato de sabueso le indicó que el conductor estaba actuando de manera irregular.  

Conducir intoxicado es un crimen en el vecino país, y como los oficiales de Policía ya pueden indagar la situación migratoria de cualquier sospechoso, pues hasta ahí llegó el sueño americano de Gerardo.

“Me confié, bajé la guardia y aquí estoy por pend…”, apunta Gerardo a modo de auto reproche, molesto consigo mismo al ver las consecuencias de su mala decisión.

Aunque considera que aún está fuerte para seguir trabajando, dijo que ya no regresará a Estados Unidos porque le costó mucho dinero y esfuerzo cruzar de manera ilegal. “Ahora la cosa está peor, está más duro cruzar, cuesta más y hay mucho peligro”, remarca.

Además todo lo que tenía se quedó en Chicago, nadie le ayudó a recuperar sus bienes; ni sus amigos, ni sus compañeros de trabajo, quienes también son ilegales.

Ahora en Reynosa, a través del Programa de Transporte Seguro que proporciona el ITM, Gerardo partirá con rumbo a su hogar en la costa chica de Guerrero.

Asegura que al reincorporarse a su lugar de origen buscará trabajo de lo que aprendió hacer “en el otro lado”, o pondrá un pequeño taller con lo que su esposa alcanzó ha ahorrar, pero sobre todo tratará de no echar a perder nuevamente la cosas “por una cervecita”.