Guadalajara.- Compuesto de leche, huevo, canela, azúcar y vainilla, la jericalla es el postre más común en Guadalajara y, de acuerdo a la historia, desde el siglo XVIII las familias tapatías comenzaron a servirlo en sus mesas para degustarlo después de la comida.
La jericalla se ha convertido en el postre más típico de la ciudad y ahora además de realizarse en muchos hogares de esta región se vende en abarrotes, mercados, fondas, restaurantes gourmet y en lugares especializados como La Jericallería, ubicada en el barrio de Santa Teresita.
Gilberto Loza dio a conocer que diariamente prepara 200 jericallas que vende en mostrador o en restaurantes de la ciudad, y recalcó que la característica primordial de este delicioso postre es que la capa superior esté quemada.
El propietario de la Jericallería destacó que su abuelita vendía este postre en los años 50 y para 1980 su mamá se dedicó a la misma actividad, y fue hace seis años cuando decidió retomar la receta de la familia para preparar y vender jericallas.
Refirió que este dulce popular tiene su origen en el albergue para menores Hospicio Cabañas, ya que una monja de apellido Jerico quiso hacer un postre típico para los niños y mezcló leche bronca, canela, vainilla y huevo.
“Horneó la mezcla a baño María pero olvidó sacar el postre del horno y cuando se dio cuenta estaba la leche quemada en la parte superior, pero no quisieron tirarlo se lo dieron a los niños y la sorpresa fue que les encantó”, recordó.
Insistió que el aspecto quemado en la superficie, con toques de leche quemada, es lo que le aporta un sabor único a la jericalla y es además, la característica más peculiar de este dulce que ahora ha logrado popularizarse no sólo en el estado sino en diversos lugares del país.
Precisó que la jericalla está hecha con leche bronca y es la clave para que se dore la capa superior. “Hay gente que viene a mi Jericallería y me dice que no les queda quemadita, pero la hacen con leche comercial que está disuelta con agua y otras cosas”.
Compartió que la preparación es muy simple y comienza al hervir la leche bronca con canela, se le agrega azúcar, y posteriormente se mezcla con otro preparado licuado de huevo y vainilla, se bate todo junto y se sirve en moldes de cerámica y de plástico.
“Se llenan los moldes, se ponen en las charolas y se meten al horno, a las charolas se les pone agua hasta la mitad de los moldes para que se cocinen a baño María. Lo diferente de mi receta es que la hago con leche bronca”, insistió.
Comentó que en la Jericallería se manejan cuatro tamaños de moldes, de ellos tres son de cerámica que son los más gustados porque tienen uso después como salseritas y uno de plástico que es el más común para la venta en abarrotes.
Lo cierto es que desde hace muchísimos años la jericalla, alimento nutritivo cargado de calcio y proteína porque lleva leche y huevo, se ha convertido en el postre más degustado entre las familias tapatías desde sus primeras versiones en el Hospicio Cabañas.
Aunque es parecido a la natilla europea, resultado del mestizaje culinario, este postre es de origen netamente tapatío y ahora es reconocido a nivel internacional como un dulce de México.
La historia más popular es que tiene su origen en las cocinas del Hospicio Cabañas, que se ubica en el centro de Guadalajara, fundado por el Obispo Ruiz Cabañas como casa de caridad.
Este edificio, hoy conocido como Instituto Cultural Cabañas, recibió en 1997 por parte de la UNESCO el título de Patrimonio de la Humanidad y, actualmente, funge como centro cultural en donde se albergan invaluables piezas del muralista jalisciense José Clemente Orozco.