Un “topón” entre Policías Estatales Acreditables y sujetos armados a bordo de una camioneta Tahoe, cerca de las casetas de cobro del Libramiento Sur II, derivó una serie de violentos incidentes que provocaron angustia, terror y pánico, entre personal médico y derecho-habientes de la clínica del IMSS 270.
Tras el primer el encuentro se desató la balacera y la camioneta Tahoe color arena de los sujetos armados quedó abandonada a corta distancia ahí despojaron de una camioneta Ford F-150 de reciente modelo a unos derecho-habientes del IMSS, que acababan de abandonar la clínica.
En la camioneta robada penetraron al estacionamiento interior de la clínica, para refugiarse en el edificio, pero al darse cuenta que llegaban ministeriales que se sumaban a la búsqueda y persecución, optaron por salir y robarles una patrulla a los ministeriales, a bordo de la cual reanudaron la fuga.
En la patrulla de los ministeriales llegaron hasta el Ejido Las Anacuas donde se les perdieron de vista.
Para entonces las patrullas sumaban por lo menos unas 25 o 30 unidades policíacas que iban a tratar de cercar el área y acorralar a los delincuentes.
Pero en el trayecto, por el Viaducto a la altura del kilómetro 85, precisamente en el entronque con la brecha que conduce al ejido Las Anacuas, chocaron dos patrullas de la Estatal, una de ellas quedó volcada y la otra con el frente destrozado. Hubo policías lesionados que fueron auxiliados por paramédicos de Protección Civil.
Mientras que en terrenos del Ejido, por brechas y caminos vecinales Estatales, Ministeriales, Federales (Gendarmería) y Militares llevaban a cabo la búsqueda de los individuos armados.
Al cabo de unos 30 minutos de búsqueda, lograron ubicar la patrulla que les habían robado a los ministeriales. Estaba chocada y con las puertas abiertas dentro de un rancho, cuyos moradores sorprendidos vieron cuando los sujetos armados descendían y corriendo huyeron por entre el monte.
ESCENAS DRAMÁTICAS
Dentro de las instalaciones del IMSS, se vivieron escenas dramáticas, cuando derecho-habientes, personal médico, enfermeras y visitantes se vieron impedidos para abandonar el inmueble al producirse una nueva balacera cuando el robo de la patrulla.
Nadie entraba, tampoco nadie podía salir; las puertas estaban cerrados y dentro los hombres armados, refugiados.
Fue hasta que arribaron estatales y federales, cuando se tranquilizaron, pero ya para entonces los delincuentes habían escapado.