Si piensas que el castigo es lo más eficiente para educar a tus hijos o que su llanto no es más que un berrinche o manipulación, esto te interesa.
Los padres de familia deben aprender a distinguir los mitos más comunes en torno a la crianza de los hijos para que desarrollen una relación más empática y menos enjuiciadora, aconseja Teresa García Hubard, autora de No hay niño malo. 12 mitos sobre la infancia.
La maestra en psicología clínica con especialidad en psicoterapia de mamás y bebés recomienda tener una relación basada en el respeto y en la curiosidad.
“Y, por supuesto, en el amor que se manifiesta en la conexión emocional y en tratar de pasarla bien juntos”, dice la autora, quien aborda algunos de los mitos que detalla en su obra.
¿TE IDENTIFICAS?
Disciplinar es lo más importante
No es la disciplina, sino el sentirse querido y tener una conexión emocional con los padres, lo que motiva más a un niño a colaborar y a aceptar la orientación, asegura la psicoterapeuta Teresa García Hubard.
“Un niño que se siente querido va a estar dispuesto a enfrentar las dificultades que se le presenten con calidez y suavidad”.
“¿Cómo lo podemos hacer sentir querido? Preguntándole, interesándonos por lo que le gusta, jugando y teniendo actividades. No son los regalos ni las actividades espectaculares, sino esa conexión cotidiana”, explica.
Para la psicoterapeuta de niños y adolescentes, los niños necesitan límites y reglas que detengan las conductas inapropiadas, pero no a base del castigo, sino del diálogo.
HAY QUE REACCIONAR DE INMEDIATO
Educar a los niños no requiere esa inmediatez, afirma la autora, pues no es como “adiestrar” a una mascota.
“Ésta es una creencia tóxica, porque lo que provoca es que los papás reaccionen sin tomar conciencia y sin preguntarse: ¿Qué le pasa a mi hijo? ¿Qué habrá querido hacer? ¿Qué le quiero enseñar?”, dice la psicoterapeuta.
“Cuando reaccionan al calor de las emociones, la reacción va a ser fuera de contexto y agresiva”.
La autora propone, en ese caso, conectar y luego redireccionar.
QUIEREN LLAMAR LA ATENCIÓN
Más que por berrinche o manipulación, los niños llaman la atención de sus padres porque han perdido esa conexión emocional con ellos, explica la psicoterapeuta.
“Los niños nacen cableados para buscar proximidad con quien los cuida, y esta urgencia sigue existiendo toda la infancia. Cuando los adultos se desconectan emocionalmente de ellos, presentan conductas que lo que tratan es reconectar y nosotros lo vemos como caprichos”, menciona.
Si negocias, te tomarán la medida
La autora aboga por una verdadera negociación con los chicos, haciéndolos partícipes de ciertas decisiones que los hagan sentir responsables y tomados en cuenta.
“Cuando los niños sienten que tienen voz en su propia crianza, suelen ser mas colaboradores, a diferencia de si su sensación es que nosotros todo el tiempo queremos controlarlos”, reflexiona.
LAS EMOCIONES INFANTILES NO SON IMPORTANTES
Quizás no sepan nombrarlas, pero las emociones de los niños pueden ser tan intensas como las nuestras, afirma la autora.
Por ello invita a los padres a ser más empáticos, nombrar sus emociones y validarlas para que desarrollen inteligencia emocional.
“Desde los 2 años, los niños ya tienen la misma complejidad emocional que puede tener un adulto, lo que no tienen son los recursos más evolucionados del cerebro para regular esas emociones, por eso dependen de los adultos”.
Por otra parte, advierte que es imposible evitar que sufran a toda costa, y cuando se intenta hacerlo se les priva de aprender la paciencia y la tolerancia a la frustración.
“Los papás deben saber que las emociones están allí, incluido el llanto, para acompañarlos no para que las resolvamos. Si el niño está triste, mi responsabilidad como papá no es hacerlo feliz, es estar con él en lo que se le pasa la tristeza”.
Son muy chicos para hablarles de sexualidad
Es posible conversar de temas sexuales con ellos sin romper su inocencia, asegura la psicoterapeuta.
“Cuando hablamos con ellos desde pequeños, aprenden que los padres son la fuente de información para la salud sexual en lugar de acudir a otros niños o a internet.
“El diálogo empieza simplemente nombrando sus genitales con las palabras correspondientes, en lugar de apodos o el ‘lávate allí’, además es el camino para prevenir abusos”.
TODO SU FUTURO ESTÁ EN MIS MANOS
La idea de que de uno depende todo su futuro provoca angustia y, por tanto, una profunda necesidad de control, lo que distancia mucho de una relación nutritiva con los hijos.
“Cuando uno está relajado tiene un estado mental más abierto, flexible y receptivo. En cambio, cuando uno está angustiado, el estado mental es más rígido, menos receptivo y reactivo, y educar desde un estado así es una mala idea”, resalta la psicoterapeuta.