Ciudad de México
Miguel Bosé no debe dar explicaciones sobre el escenario. Así como llora al recordar a su sobrina Bimba, no le importa repetir el controvertido beso en la boca a uno de sus guitarristas, se confiesa e incluso se opone al muro que Donald Trump quiere instalar en la frontera con Estados Unidos, todo en su regreso al Auditorio Nacional.
“Algo que empeora esta situación (un mundo no tan agradable para los hijos) son los tintes rubios. A las chicas les sienta bien, a nosotros (los hombres) parece ser que no porque de repente hay alguien que le da por teñirse de rubio y levantar muros. Yo no quiero ese mundo, quiero un mundo en el cual podamos abrirle los brazos a alguien que venga de fuera y decirle ‘ven, esta es tu casa, ayúdame a construir la mía’”, manifestó.
Su personalidad no puede negarse y enloquece a todos. En el inicio de la gira Estaré, en punto de las 20:40 horas de ayer jueves, muestra una presencia fuerte. El español vistió de negro y también sus músicos, quienes salieron uno por uno. Desde el primer minuto, Bosé derrochó sensualidad y ese porte que lo caracteriza al ritmo de “Sereno”, “Duende” y “Nena”, dejando ver los primeros pasos de baile.
Al terminar extendió los brazos, esa era su forma de recibir el amor de casi diez mil personas que se dieron cita en su primer concierto, que repetirá dos veces en el mismo recinto y el domingo en el Zócalo.
“Buenas noches, México. Bienvenidos a este comienzo de gira porque hoy es el primer concierto. Es un verdadero placer estar juntos, no es un concierto que comienza solamente, para mí es el primer concierto de una era nueva y de una vida nueva y eso lo van a descubrir a lo largo estas horas. He venido a confesarme pero soy tan casto y puro que no tengo pecados, tengo algo mucho más jugoso para confesarme que son canciones que ya con vuestras y que no guardan ningún misterio. Ese va a ser mi regalo y esta noche mi debilidad: la música y mis canciones”, saludó.
Su producción incluyó escaleras donde se encontraban instalados sus músicos y tres pantallas detrás de él, que lo proyectaban. Las luces estaban tan cuidadas que por sí mismas eran un espectáculo, ya que se movían de un lado a otro al interpretar temas como “Aire soy”.
“Yo soy un hombre de paz y trabajo todos los días para la paz desde muchas organizaciones y creo que lo que hemos estropeado debemos arreglarlo para que nuestros hijos el día de mañana tengan un mundo que ya no va a ser como yo pensé que se los iba a heredar, pero vamos a intentar que sea un tanto mejor. Esta canción habla sobre paz, solidaridad, integración, esfuerzo, exilio; la escribí en el 92 y pensé que ese tema estaba olvidado, pero desgraciadamente sigue vigente”, dijo antes de la alusión a Trump para dar pie a “Nada particular”, que unió a los asistentes con el movimiento de sus brazos.
La velada continuó con “No hay ni un corazón que valga la pena” y la bachata escrita por Juan Luis Guerra “Dime qué diré” para uno de los momentos más nostálgicos que ha mostrado en público.