Ya no de una, sino hasta de a 2 máquinas dispensadoras de productos de bajo contenido nutricional, son las que arriban a dependencias públicas, tanto federales como estatales.
En oficinas de dependencias como Conagua; ISSSTE; incluso escuelas públicas, se aprecia no sólo la existencia de estos dispensadores de frituras, pastelillos, bebidas gaseosas o azucaradas, con altos índices de carbohidratos, azúcares refinadas, sal y grasas hidrogenadas, que inciden en la salud de sus consumidores.
Atrás quedó la cruzada del Gobierno Federal para erradicar de los espacios públicos estos productos que contribuyen a males crónico-degenerativos como obesidad, sobrepeso, diabetes e hipertensión, entre otros.
Sin un freno, estos dispensadores seguirán extendiéndose en el resto de instancias públicas, no obstante que habían sido prohibidas a finales de la década pasada.