Aunque el estado de Puebla presume el origen del rompope en México, esta bebida dulce y de espesa consistencia se ha convertido en uno de los estandartes culinarios del municipio de Mazamitla, en donde sus pobladores le impregnan características propias con frutos locales.
El Pueblo Mágico de Mazamitla se ubica a 124 kilómetros de la capital de Jalisco y tiene una belleza natural cobijada por la Sierra del Tigre que atrapa a miles de visitantes, así como con el rompope y otros productos a base de leche, que son los más solicitados en esta región.
Tal es el caso del rompope de piñón, nuez, café, almendras, pistache y vainilla de la Fábrica de Cajeta Mazamitla, los cuales son de los más tradicionales.
Su propietario, Luis Manuel Chávez, recuerda que empezó con 40 litros y ahora supera los mil litros diarios de leche para elaborar sus productos.
Explicó que la base de esta deliciosa bebida es la leche, azúcar, yemas de huevo, bicarbonato, color y su añadido especial que puede ser vainilla, nuez, almendras, pistache, piñon, café y vanilla. Se pone a fuego lento hasta que hierva, y ya elaborado también se utiliza mucho para hacer helados, nieve y paletas.
En entrevista, explicó que la fábrica a su cargo arrancó hace 28 años y ahora gozan con mucho reconocimiento, de tal forma que sus productos se envían a diferentes estados del país y también a algunas ciudades de Estados Unidos.
Añadió que aunque fabrican cajeta, chongos zamoranos y conservas de frutos de la región como el durazno, el fuerte es la producción de rompope, que se ha constituido como uno de los licores más famosos por su dulce sabor, además de que lo utilizan en repostería o como un digestivo.
Es así como el encantador pueblo de Mazamitla no sólo ofrece a sus visitantes la tranquilidad del bosque y sus hermosas cabañas, sino que tiene muchos platillos típicos que degustar, entre ellos el rompope que lleva el sello de los frutos que se producen en esta sierra jalisciense.
Mazamitla, población enclavada en la Sierra del Tigre y que se encuentra a una altura de dos mil 200 metros sobre el nivel del mar, se ha convertido en una de las más consentidas para el ecoturismo y con su gastronomía enloquece a cientos de visitantes de la región, del país y de diferentes países del mundo.
Calles empedradas, cabañas, tiendas que permanecen intactas en el tiempo, senderos que llevan a cascadas y hermosos paisajes, noches frías que provocan prender fuego a la chimenea, son de los grandes atractivos.
Además, su variada y deliciosa gastronomía hacen que el turista regrese y entre lo más degustado está “el bote” (una especie de cocido con pulque), las curundas, gorditas de trigo, camote tatemado, capirotada, menguiche, frijoles puercos, jocoque y el mole de olla. Sin embargo, lo más típico para los visitantes son los productos lácteos, rompope, galletitas de nuez y conservas de frutas; las bebidas como el ponche de zarzamora, de capulín y ciruela, atole de agua miel, mezcal, pulque; los dulces de calabaza, de coco, cajetas de leche, de membrillo, tejocote, durazno, torres canas y chila cayota.