Lejos de las creencias populares, los abuelos no solamente son consentidores de sus nietos sino que también pueden llegar a convertirse en modelos vitales para ellos, afirma Sara Torres, investigadora del Instituto Nacional de Geriatría (Inger).
Esta relación intergeneracional sirve, además, para reforzar el papel de la familia como principal fuente de transmisión de valores, de hábitos y de normas, agrega la también psicóloga.
“El abuelo se beneficia mucho de la relación con el nieto, porque es una ventana de oportunidad para socializar e intercambiar experiencias; y a su vez, los niños o los jóvenes ven en el adulto mayor una inspiración, son un ejemplo para ellos”.
La especialista del Inger apunta que en ocasiones el abuelo puede llegar a sustituir el rol de educador que se le supone a los padres; lo cual, siempre que haya sido negociado y acordado previamente, no tiene por qué suponer un problema.
Eso sí, es importante que el adulto mayor tenga las facultades necesarias para hacerse cargo de los nietos... y, en ocasiones, también de los bisnietos.
“Son los padres quienes tienen que fijar los límites, porque una cosa es ser un abuelo o bisabuelo y otra distinta ya es ser un cuidador.
“Ya sea por estar en una edad muy avanzada, por sufrir problemas físicos o alguna otra enfermedad, no todas las personas adultas mayores están facultadas para ser cuidadores”, aclara Torres.
El mejor escenario es aquel en el que el abuelo está entre los 60 y los 70 años, los hijos entre 30 y 40 y los nietos por debajo de los 15 años.
Por contra, el más complejo es en el que las edades tienden a los extremos, con abuelos por encima de los 80 años, hijos en torno a los 50, nietos con más de 20 y bisnietos recién nacidos.
“A día de hoy, los adultos mayores de 60 años representan un porcentaje superior de la población mexicana que los niños menores de 5 años”, alerta la investigadora.
“Y eso impacta en las familias, muchas de las cuales, además, conviven en la misma vivienda”.