Fue como si el tiempo no hubiera pasado. La sonrisa de Cuauhtémoc Blanco era la misma, sus ganas de entrenar como americanista se mantenían intactas, pese a que hace casi nueve años dejó de ser azulcrema.
El “Temo” físicamente aparenta los 43 años que tiene. Se le notan arrugas en el rostro y el cabello poco a poco se le ha caído, pero su ímpetu demuestra lo opuesto. Es como un chico de la cantera emplumada, que busca mostrarse ante los ojos del entrenador.
Ricardo Peláez apareció antes de que los balones comenzaran a rodar. Reunió al plantel para darle la bienvenida al símbolo de Coapa y después, los jugadores y cuerpo técnico le brindaron aplausos.
Quién lo dijera. Hace dos semanas, el presidente deportivo de las Águilas y Blanco eran “enemigos” con pocas probabilidades de reconciliación. Blanco olvidó cualquier conflicto con la directiva amarilla.
Se puso los zapatos de futbol y saltó a la cancha de prácticas como cualquier otro.
Una vez vestido con ropa de entrenamiento, Cuauhtémoc tocó el balón como sólo el sabe.