Circula por internet desde hace tiempo un meme que reza “Imagínate que los árboles dieran WiFi, todo el mundo plantaría árboles como locos. Es una lástima que sólo produzcan el oxígeno que respiramos…”. Las plantas son en sí un prodigio tecnológico creado por la naturaleza, pero la tecnología trata de dar un paso más adelante (y dejar desfasado ese meme).
Una placa que recoge energía, tierra, agua y una planta son los ingredientes necesarios para cargar un móvil o conectarse a una red wifi. Ni enchufes ni corriente eléctrica. Este el sistema de autoconsumo eléctrico que ha puesto en marcha la startup Bioo Technologies. Para conseguir esos vatios con los que alimentar al teléfono, este mecanismo se vale de la fotosíntesis que realiza la planta. Durante este proceso, se liberan unas moléculas que contienen electrones y son de los que se abastece la placa para transformarlos en una energía limpia y sostenible.
Pablo Vidarte, con tan solo 21 años, es cofundador y director general de Bioo. Hasta conseguir que esta startup comenzara andar, antes tuvo que comprobar en su propia persona que el emprendimiento precisa de ciertos errores al principio del camino. “Antes teníamos una empresa de geolocalizadores y software, pero no funcionó. Al final decidimos desmontarla y hace menos de dos años nos pusimos en serio con Bioo… y mal no nos ha ido. Empezamos cuatro y ahora tenemos 25 trabajadores”, afirma Vidarte.
Después de mucha investigación y pruebas, Vidarte y sus compañeros se dieron cuenta de que podían utilizar la energía que se produce durante la fotosíntesis de las plantas. Los dos primeros productos que han puesto a la venta son una maceta para cargar el teléfono y otra que conecta al wifi los dispositivos electrónicos. “A partir de aquí, tenemos que escalar esta tecnología. Estamos inmersos en un proceso de I+D con el que desarrollar productos más grandes que utilicen el mismo sistema de las macetas”, apunta el director general.
Los objetivos que tiene en mente Vidarte son trasladar esta batería biológica tanto a los espacios públicos como privados. Su intención es que haya farolas que se enciendan con este mecanismo o que los jardines de las casas, con al menos cien metros cuadrados, permitan el autoconsumo de las familias. “El funcionamiento es el mismo que el de los paneles solares, pero esto no se había desarrollado antes. Hay que pensar que las hojas de las plantas son como las placas fotovoltaicas. Entonces, en función de la planta que pongas, producirás más o menos energía”, precisa el cofundador.
La idea de fijarse en la fotosíntesis como energía limpia y sostenible también se ha desarrollado fuera de Bioo y fuera de España. En Hambrug, una localidad holandesa cerca de Ámsterdam, existe otra startup, Plant-e, que ya en 2014 impulsó esta tecnología para el alumbrado público. Sus ambiciones van más lejos. Según aseguran sus responsables, esperan que este mecanismo pueda emplearse masivamente en las zonas más pobres del mundo, sobre todo bancales y arrozales, que no cuentan con electricidad.
“Desde cero pensamos en abrirnos. Ahora estamos cerrando acuerdos de distribución en el extranjero, desde Australia hasta Canadá. También tenemos en mente que haya franquiciados exclusivos en el exterior”, detalla Vidarte.
La ambición de la startup resulta innegable, pero como lo que suceda en el futuro tiene un signo de interrogación, solo pueden centrarse en lo que van descubriendo e intentando darle una salida empresarial. Lo próximo que lanzarán al mercado estas navidades se llama Bioo Ed. Se trata de una solución educativa para que los colegios puedan trabajar con esta tecnología y ver de primera mano el funcionamiento de una batería biológica y sus aplicaciones.
Uno de los grandes retos del emprendimiento es la captación de capitales para sus proyectos. Más aún cuando hablamos de ideas relacionadas con tecnología, como es el caso de Bioo. Vidarte explica que al principio les costó mucho contar con el apoyo de inversores. “Es un mecanismo difícil de asumir y asimilar. Teníamos que ir enseñando un prototipo para que nos creyeran”, comenta. El objetivo económico a corto plazo, como en cualquier empresa, es el de la autosuficiencia para continuar con su evolución y ampliación del negocio. Una ampliación que seguro no les lleva al Reino Unido, donde, tal y como subraya el director general, es el peor país para vender soluciones ecológicas.
Vidarte compagina sus estudios de Ingeniería Multimedia con la startup. Para futuros emprendedores que no vengan del sector empresarial o económico, el único consejo que les da es que se rodeen de personas mejores que ellas. “Al principio no tienes ni idea de cómo gestionar o de qué es un plan de negocio. Nosotros hemos tenido suerte de que no nos tomaran el pelo cuando no sabíamos nada. Lo normal es cometer errores garrafales. Lo mejor que puedes hacer: trabajar con quienes saben y aprender de ellos”, zanja.
El techo de la tecnología que permite aprovechar la energía que se desprende de la fotosíntesis es una incógnita. Por el momento, como sistema verde, no va a reemplazar a las renovables. Su contribución al medio ambiente es reducir la emisión de dióxido de carbono –aunque sea solo en las viviendas– y contaminar menos la atmósfera. Para enganchar a sus usuarios, por si esto les parece algo irrelevante, les ofrecen una maceta que les carga el móvil y que les conecta al wifi sin necesidad de escribir ninguna contraseña.