Muchos de los tanques utilizados hace años en la Primera y en el Segunda Guerra Mundial no sobrevivieron para convertirse en piezas de museos que millones admiran.
Al contrario, permanecieron en el lugar donde muchos soldados (aquellos que vivían dentro de estos) perdieron la batalla. Fueron olvidados por la historia, pero no por la naturaleza que los envolvió sin juzgar lo que hicieron en un pasado.
Paradójicamente, aquellos tanques que en algún tiempo lo destruyeron todo, hoy se han convertido en un espectáculo natural de distintos rincones del mundo olvidados. Ahora, “descansan” en paz rodeados de verdes y campos de flores.