La Ciudad de México tiene algunas particularidades que ninguna otra parte de la República replica. Es una ciudad enorme, como muchas otras del mundo, sin embargo, algunas de sus costumbres suelen resultar en un sincretismo cómico e irreal cuando se conjugan usos globalizados con tradiciones que vienen incluso de tiempos prehispánicos.
Siendo de provincia, como es mi caso, algunos aspectos como el que se llame quesadilla de hongos a una tortilla con hongos que no lleva queso, saltan simpáticos e inexplicables, pero hay otro fenómeno que surge como un misterio algo perturbador para muchos mexicanos y extranjeros: la famosa torta de tamal.
Lo anterior porque aunque la comida mexicana suele contener muchos carbohidratos hay algunos alimentos que son particularmente “densos”, como los tamales, característicos por su cuantiosa masa de maíz, el atole, una bebida espesa hecha también a base de masa o harina de maíz, y el bolillo o birote (una aportación española), que está elaborado con harina de trigo.
Generalmente el bolillo, el atole y los tamales serían considerados una de las partes “fuertes” de un platillo, pero existe en la Ciudad de México una costumbre, aplicada generalmente para desayunar, que rompe con todo esquema: la torta de tamal.
Esta creación culinaria se trata de un tamal, generalmente frito (lo que significa más calorías), acoplado al interior de un bolillo. Para cerrar el combo tradicional, suele acompañarse de una bebida de atole. Es decir, “masa, más masa, más más masa”.
Según un análisis de la Profeco, un conjunto como el anterior aporta alrededor de 1,300 calorías en una sola comida. En el promedio para adultos, aunque varía según la complexión y rutina, se suelen necesitar unas 2,000 calorías al día. Para muchas personas la torta de tamal representa un método práctico para saciar el hambre a un precio accesible: una torta de tamal cuesta alrededor de 15 pesos.
Más allá de si su ingesta es o no realmente sana, lo cierto es que esta costumbre nativa de la Ciudad de México es una extravagancia incluso para mexicanos de otras regiones, que bien están acostumbrados al surrealismo inmerso en la vida cotidiana de este país.
CLÁSICOS GOURMET DE LA COMIDA MEXICANA QUE NADIE PUEDE RESISTIR…
No importa su origen ni su historia, si son frías o calientes, sencillas o combinadas, bajo el brazo o en la mano, vegetarianas o especiales para amantes de la proteína animal, estas tortas también son clásicas, y casi nunca nos quedamos como el perro de las dos tortas…
Torta de chilaquiles
Especial para los que una noche antes se fueron de parranda y con una generosa cantidad de calorías, esta torta de tortilla bañada en salsa verde o roja y aderezada con crema y queso, es un pecado mortal muy recurrente de los capitalinos.
Torta ahogada
Esta delicia es originalmente una receta tapatía, pero los chilangos se la apropiaron y es ahora parte del repertorio culinario callejero de la Ciudad de México. La torta ahogada, hecha con un pan típico mexicano conocido como “birote”, lleva carnitas de cerdo y frijoles machacados en el interior, y es literalmente “ahogada” en salsa roja de chile de árbol. Dicen que entre más picante, mejor… Acompañada con limón y rebanadas de cebolla, las tortas ahogadas son un manjar mexicano que, según cuenta la leyenda, fue inventado sin querer por un jornalero que llegó a su casa después de un día de trabajo y sólo encontró pan, salsa, frijoles y carne de cerdo.
Las tortas son un platillo típico mexicano que hace gala de la cultura culinaria callejera y es una muestra de la rica mezcla de ingredientes que nació de nuestro mestizaje y que hace de la comida mexicana una gastronomía reconocida a nivel mundial.