¿Y quién es la Catrina?

Se le e asocia al Día de Muertos

Ciudad de México

El personaje que más se asocia al Día de Muertos y a la muerte en general en el país, y es además uno de los iconos con los que México es conocido en el mundo entero, La Catrina.

La versión original es un grabado en metal autoría del caricaturista oriundo de Aguascalientes.

La Catrina, además, es un símbolo mexicano. Su nombre original es “La Calavera Garbancera”, refiere el Fondo Nacional para el Fomento a las Artesanías (Fonart).

Con la palabra “garbancera” se conocía entonces a las personas de sangre indígena que dejaron de vender maíz para vender garbanzos, de acuerdo con el Fonart en su sitio de internet.

Así, las garbanceras pretendían ser europeos, ya fuera españoles o franceses, y renegaban de su raza, herencia y cultura.

Originalmente, la calavera no está vestida, únicamente utiliza un sombrero, lo que se ha interpretado como una crítica a la pobreza en que vivían los mexicanos.

“…en los huesos pero con sombrero francés con sus plumas de avestruz”, cita el artista José Guadalupe Posada.

En 1947, el muralista Diego Rivera le dio el atuendo que ahora conocemos: elegante y bien vestida. Así nació La Catrina, quién posa en el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”.

Actualmente, la figura de La Catrina es la imagen más representativa del Día de Muertos.

De acuerdo con registros del gobierno mexicano, durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz los dibujos de cráneos y esqueletos, acompañados de textos que criticaban de forma burlona la situación del país, así como de las clases privilegiadas, se volvieron populares entre la población.

De esta manera, empezaron a reproducir en periódicos llamados de “combate”.

Entre los grabadores destacados por su trabajo de “calaveras” estaban Constantino Escalante, Santiago Hernández, Manuel Manilla y José Guadalupe Posada.


FLOR DE CEMPASÚCHIL Y SU LEYENDA

Xóchitl y Huitzilin estuvieron unidos por el amor desde que eran pequeños. Siempre compartieron juegos y los paseos por el pueblo.

Dice la leyenda que todas las tardes subían a la montaña dedicada a Tonatiuh, el dios azteca del Sol. En cada visita colocaban de ofrenda ramos de flores. En ese sitio fue donde se juraron amarse por siempre bajo cualquier circunstancia, incluso la muerte. Un día, la guerra llegó y Huitzilin, como buen guerrero, tuvo que separarse de su amada para defender las tierras aztecas. Después de un tiempo, Xóchitl recibió la noticia de que su compañero había muerto.

Hundida en un profundo dolor, la bella mujer pidió al dios Tonatiuh que la librara de su sufrimiento y la reuniera con su amado. El dios del sol, agradecido por las ofrendas que los jóvenes llevaban a su montaña, decidió cumplir la petición: dejó que sus rayos cayeran sobre Xóchitl, en el momento en que su piel se iluminó, la chica se transformó en una flor de color amarillo intenso, como la luz del mismo sol. Unos minutos después, un colibrí se posó en el centro de la flor. La historia nos dice que era la reencarnación de Huitzilin, por lo que, al hacer contacto con la planta, ésta abrió sus 20 pétalos liberando un aroma intenso.