Confía la DEA en recaptura
‘Cuando lo capturemos esta vez y les digo que lo vamos a capturar, podría tener un desenlace un poco distinto para él’.
El agente de mayor jerarquía de la agencia antidrogas estadounidense no ha dormido mucho desde que supo que Joaquín “El Chapo” Guzmán se fugó hace una semana de una cárcel de máxima seguridad en México a través de un túnel de 1,5 km de largo (una milla) que daba al piso de la ducha de su celda.
Jack Riley, viceadministrador de la DEA, dijo el jueves que la última semana ha estado muy ocupado hablando con sus homólogos mexicanos y ayudando a coordinar los esfuerzos estadounidenses para capturar, por tercera vez en 15 años, a uno de los narcotraficantes más prolíficos y violentos del mundo.
“Este tipo me ha causado uno de mis mejores días y los peores días de mi vida en el transcurso de un año”, dijo Riley a The Associated Press. “Estamos haciendo todo lo posible para localizarlo, como hicimos hace un año más o menos, cuando lo atrapamos”.
Diversas autoridades estadounidenses, incluidos legisladores y funcionarios policiales, habían solicitado la extradición de Guzmán a Estados Unidos desde que fue arrestado en febrero de 2014. Sin embargo, las autoridades mexicanas dijeron que el capo no sería enviado a territorio estadounidense hasta que no hubiera cumplido en México su sentencia por todos sus delitos.
“Esta es una de las razones por las que presionamos para que fuera extraditado”, dijo Riley. “Temíamos que pasara esto. No que no pudieran retenerlo, pero ya había escapado antes”.
Guzmán ya se había fugado de una cárcel mexicana en 2001.
Antes de asumir como jefe de operaciones de la DEA en Washington el año pasado, Riley pasó cuatro años en Chicago rastreando a Guzmán y armando los cargos contra el capo.
Tras su detención en 2014, las autoridades en Chicago, entre ellas Riley, pidieron su extradición a Estados Unidos para que fuese juzgado por una letanía de cargos de tráfico de drogas y otros.
“El Chapo” se fugó del penal el sábado por la noche. Dos diputados mexicanos dijeron el jueves que desde el momento de la huida hasta que se dio el aviso pasaron al menos 18 minutos.
Un video de vigilancia de la celda de Guzmán lo muestra caminando hacia la ducha —donde hay un punto ciego para las grabaciones de seguridad_, ahí se agacha y desaparece de la vista.
De acuerdo con documentos internos de la DEA a los que tuvo acceso The Associated Press, agentes estadounidenses antinarcóticos se enteraron de que Guzmán y sus socios planeaban su escape casi inmediatamente después de su arresto. La agencia no tenía información sobre el plan de fuga del fin de semana, según los documentos.
Se le avisó a las autoridades mexicanas sobre dichos planes, de acuerdo con un funcionario estadounidense al tanto del caso, el cual carecía de autorización para hablar públicamente sobre detalles de éste y declaró a condición de guardar el anonimato.
Las autoridades en México han negado que hayan recibido alguna advertencia sobre posibles planes de escape.
En momentos en que se reanudan las labores para hallar a Guzmán, Riley dijo tener plena confianza en que las autoridades mexicanas y estadounidenses podrán capturarlo de nuevo.
“Realmente creo que lo tenemos en fuga; está viendo por encima de su hombro”, señaló Riley. “Le vamos a dificultar las cosas lo más posible”.
Las autoridades mexicanas han establecido retenes en las principales carreteras del país, han distribuido 100.000 fotografías de Guzmán en las casetas de peaje y han puesto a 10.000 agentes de diversas ramas de la Policía Federal en alerta desde la fuga. Funcionarios de la DEA y del FBI se reunieron con autoridades en la Ciudad de México, y Riley dijo que ha estado en contacto casi a diario con sus homólogos mexicanos desde la fuga.
La captura de “El Chapo” en 2014 se llevó más de una década. Arrestado por primera vez en Guatemala en 1993, pasó casi 10 años en otra cárcel mexicana de máxima seguridad antes de escapar, presuntamente oculto en un carro de lavandería.
En los años en que estuvo prófugo, continuó haciendo crecer su imperio de contrabando de narcóticos. Pero para 2008 los agentes de la DEA habían hallado la primera grieta en la red de seguridad que había pasado años construyendo y perfeccionando.
En una intervención telefónica se le grabó negociando directamente un acuerdo para vender heroína a unos hermanos gemelos de Chicago que se cambiaron de bando en secreto y se convirtieron en testigos del gobierno.
Seis años después, tras una serie de arrestos de socios de alto perfil, más escuchas secretas y otros esfuerzos encubiertos de vigilancia, la DEA, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, el Servicio Federal de Alguaciles y una unidad altamente entrenada y de gran confianza de la Infantería de Marina mexicana rastrearon a Guzmán a una serie de guaridas en la ciudad de Culiacán, a orillas del Pacífico de México. (WASHINGTON, DC)
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