Una patata para hacer un cultivo en Marte
Proyectan siembras en condiciones marcianas y aplicar el conocimiento a terrenos desérticos en la Tierra
Por Daniel Mediavilla
La patata fue domesticada hace unos 3,800 años, a lo largo de la ribera del lago Titicaca, entre Perú y Bolivia, y desde allí, tras la llegada de los europeos a América hace 500 años, llegó al resto del planeta.
Ahora, cuando la patata es el cuarto cultivo para la alimentación del mundo, también desde Perú, se ha lanzado un proyecto para llevar el tubérculo al espacio exterior. El Centro Internacional de la Papa (CIP), en Lima, en colaboración con la NASA, quiere recrear las condiciones de Marte para desarrollar la tecnología necesaria con la que cultivar patatas para alimentar a los futuros astronautas.
El proyecto, en realidad, está a mitad de camino entre las relaciones públicas, la astrobiología y la tecnología agraria. El padre de la idea fue Will Rust, director creativo de la agencia publicitaria Memac Ogilvy en Dubai que propuso el plan marciano para llamar la atención sobre la necesidad de producir especies de patata resistentes a las condiciones medioambientales más duras para combatir el hambre en el mundo.
Además de tener interés para futuras misiones espaciales, la iniciativa ayudaría a encontrar técnicas para mejorar la producción de patatas en situaciones extremas también en la Tierra.
“El interés de llevar a cabo este proyecto en Perú se encuentra en que, por un lado, aquí tenemos el mayor número de variedades de patatas del planeta, con entre 4000 y 5000, y además contamos con el desierto de La Joya, que tiene muchas analogías con el terreno marciano”, explica Julio Valdivia-Silva, investigador asociado del SETI en la NASA y líder científico del proyecto.
Además del interés por entender cuáles serían los retos de la agricultura en Marte para futuras misiones de exploración, Valdivia-Silva considera que este trabajo tiene una aplicación fundamental en la Tierra. “Queremos probar que estas especies de papas que tenemos pueden sobrevivir en lugares tan áridos y tan hostiles como Marte para luego extrapolar lo que aprendamos a sitios inhóspitos de la Tierra como los desiertos, lugares muy fríos, muy secos o expuestos a mucha radiación”, explica
En 2014, el investigador Wieger Wamelink de la Universidad Wageningen, en Holanda, plantó 14 variedades de planta en una recreación de las condiciones del suelo de Marte. En este suelo marciano, producido a partir de suelo volcánico de Hawái por la NASA, las plantas crecieron. Aunque aquella imitación del suelo marciano era imperfecta, el experimento sugería que cultivar vegetales en Marte no era imposible.
El proyecto de las patatas marcianas, que comenzará a poner a prueba las primeras variedades este mismo mes de enero, pretende ir más allá de la prueba estrictamente biológica. “Queremos hacer algo multidisciplinar, que involucre a biólogos o biotecnólogos, pero también a expertos en electrónica o geoquímica, porque también queremos imitar las condiciones marcianas de radiación, la cantidad de CO2 de la atmósfera o su presión”, continúa. Además, “si no fuese posible hacer crecer las papas en este suelo, probaríamos con la aeroponía, que no requiere uso de tierra”, concluye.
El suelo de Marte tiene contenidos que resultan tóxicos para las plantas. Los percloratos, por ejemplo, son el tipo de sales que hacen posible que el agua fluya sobre el planeta a temperaturas bajo cero, pero habría que reducir su presencia para que allí creciesen vegetales terrestres. Más adelante, será necesario que los científicos se preocupen por otros aspectos, como el efecto de la gravedad en Marte, un tercio de la terrestre. Esta circunstancia modifica las condiciones del intercambio de gases como el dióxido de carbono y el oxígeno en la planta y haría que creciesen más despacio. Por otro lado, la mayor cantidad de CO2 en la atmósfera incrementaría la producción.
Por el momento, Valdivia pretende arrancar su proyecto para “buscar resultados preliminares” y poder después con ellos pedir ayudas a instituciones peruanas que financien la continuidad del proyecto. Además de contar con recursos del CIP, ya colaboran con esta iniciativa para aprender a cultivar patatas en las condiciones más extremas estudiantes de California, Dubai y Perú y Valdivia sigue abierto a la entrada de otros investigadores.
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